Jerez

Raule hace vibrar a Jerez: el concierto que emocionó a todos

El artista jerezano Raule.

El artista jerezano Raule. / Jony Parralo

Hace un mes llenó la plaza de toros de Jerez. Ese niño que cantaba por las esquinas de su ciudad de camino al colegio arrasó con su voz, convirtiendo una noche de abril en un recuerdo imborrable para él y para muchos de sus seguidores que lo esperaban con ganas, muchas ganas. 

Raúl Rubiales, Raule, es ejemplo de constancia. De trabajo de hormiguita, de paso a paso sin renunciar a su esencia, a su acento. Y así disfruta el éxito. Un éxito que saborea con gusto y con prudencia con más de 145.000 seguidores sólo en Instagram y más de 6 millones de visualizaciones en algunos de sus temas. 

"Cantar en Jerez para mí es algo muy serio. Dos semanas antes aún no sabía cómo iba la venta de entradas. Lo único que sabía es que yo en Jerez no había vendido nunca más de 50 tickets, y que esta vez la apuesta era enorme porque cantaba en la plaza de toros, la que veía todos los días cuando iba al colegio andando", subraya el artista y compositor jerezano. 

La incertidumbre de qué pasaría con esas entradas se fueron días antes del concierto. "Me dieron algunos ataques de ansiedad en esos días, el peor, el día antes en un concierto en El Ejido cuando me enteré que la plaza de toros de Jerez estaba llena. Pero cuando subí los tres últimos escalones del escenario se fueron los demonios ¡y pude sentir mi casa conmigo! El mejor soniquete de palmas que puedes escuchar en el público, y sobre todo, poder compartirlo con mi familia y mi hijo", recuerda Raule.

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En 2017 lanzó, en solitario, su primer álbum, Sin Protocolo, y cinco años más tarde sacó el disco Limbo. Ahora disfruta de su tercer álbum de estudio Zurdo, su proyecto más personal. "Creo que esto me ha venido en el mejor momento de mi vida, cuando tengo las ideas claras de lo que quiero enseñar de mí a mi gente. De vez en cuando no paro de repetir que soy el tío más feliz del mundo", subraya.

A pesar de tantos años subiéndose al escenario, sigue con el mismo gusanillo antes de pisar las tablas:  "Si perdiera el gusanillo y los nervios antes de empezar, se acabaría la magia. Yo funciono por sensaciones y necesitaba un equipo igual que yo, con hambre de hacer las cosas bien, y tengo el mejor del mundo. Así que siempre habrá nervios, pero tengo una seguridad con mi gente que nunca imaginé. Todo funciona como un reloj". 

El jerezano está inmerso en una extensa gira con su último disco con el que ha colgado 'sold out' en muchas ciudades. En la memoria ya guardará los llenazos de Barcelona, Madrid o Málaga, y aún le queda carretera por recorrer, con citas tan importantes como formar parte del Icónica Fest, en Sevilla.

"Es verdad que estamos en un momento dulce, pero aún queda mucha ruta que andar en este proyecto. Muchísima gente por conocer y que me conozcan, pero si me hablas de hacer otra cosa por probar y pasear por otras rutas solo por distraerme, me encantaría escribir un libro de aventuras". Con lo que está viviendo, seguro que sería un otro éxito. Su 'Komando Canalla' le seguirá respaldando en todas sus aventuras. 

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