Bodegas

Algo ocurre con el brandy

  • ¿Brandy boom?, las bodegas atestiguan una corriente a favor de la bebida espirituosa, que encara su segunda juventud

  • La nueva forma de consumo por el covid se une a otros muchos factores que impulsan la brandymanía

Las búsquedas de las vajillas, las tazas de porcelana y la receta del té de ‘Los Bridgerton’, una de las series de Netflix que barre en audiencias, se han disparado y, por qué no, también las de brandy, entre las bebidas preferidas de los personajes de este drama de época británico.

El impacto de alguna de las producciones de las grandes plataformas de streaming puede convertirse de forma indirecta en la mejor campaña de promoción de un producto como el brandy, que sin comerlo más que sin beberlo, porque en esto último le va la vida, se beneficia de los usos y costumbres de esta familia de ficción, como también hacen los cicerones turísticos con las visitas guiadas a los escenarios en los que se desarrollan las aventuras y desventuras de estos personajes entregados a la búsqueda del amor y la felicidad, de los placeres mundanos al fin y al cabo.

Algo, y bueno, está ocurriendo con el brandy, para el que de golpe y porrazo soplan vientos a favor, y hasta el covid encaja en un puzzle que invita a pensar en una segunda juventud de la más noble de las bebidas espirituosas, que saca a relucir su procedencia del vino como símbolo de pureza y verdad.

El fenómeno Bridgerton no deja de ser testimonial dentro de quizás un ‘brandy boom’ –entiéndase brandy dentro de la categoría global de esta bebida en la que, entre otros, se incluye el Cognac– que no pasa desapercibido para las bodegas jerezanas, entregadas a la causa desde la “humildad”, pues no se puede perder de vista que la cuota de mercado del Brandy de Jerez es muy limitada si se compara con el propio Cognac o con el whisky, el gigante mundial de los spirits.

Un arrumbador hace rodar una bota de Carlos I en las bodega Osborne. Un arrumbador hace rodar una bota de Carlos I en las bodega Osborne.

Un arrumbador hace rodar una bota de Carlos I en las bodega Osborne. / Manuel Aranda

Historia, autenticidad, nobleza, ‘sherry casks’... todo encaja en el perfil del consumidor actual

A prueba del covid

El movimiento viene de antes, pero la pandemia ha precipitado una nueva forma de consumo, más reposada y reflexiva, además de vinculada al hogar, a la que el brandy, en general, y el de Jerez, en particular, se amolda a la perfección.

“El brandy no es una bebida tan social como puede serlo la ginebra; tiene connotaciones de bebida para ser disfrutada en la intimidad y a la nueva forma de consumo que se ha impuesto con el covid, y eso el brandy se adapta muy bien”, apunta Ángel Piña, Global Chief Commercial & Marketing Officer de Emperador Distillers (Bodegas Fundador).

En líneas generales, desde el primero hasta el último de los operadores del Brandy de Jerez coinciden con esta afirmación, también el Consejo Regulador del destilado jerezano, cuyo presidente, Evaristo Babé, esgrime que “en medio del desconsuelo, podemos sentirnos orgullosos de estas empresas con inquietudes que generan valor”.

El orgullo de lo propio está muy presente en estos días, en los que Natalia Gómez, Marketing Manager de Osborne, identifica una “vuelta a lo local, a los productos de proximidad” que se une a otros muchos factores que suman a favor del brandy y que encaja con el perfil del consumidor actual y de los millennials.

Todo cuadra en el “incipiente resurgir del mundo del brandy, que está relacionado con el auge de todo lo que representa autenticidad, nobleza, historia, sistema de criaderas y soleras o el envejecimiento en sherry cask, práctica que se ha hecho de siempre en el brandy de Jerez pero que, como en tantas otras cosas, han tenido que venir de fuera, los whiskeros, para enseñarnos a venderlo”.

El Consejo Regulador subraya otros valores intrínsecos del brandy, como su origen noble como destilado del vino y su máxima calidad, en esa concordancia con el consumidor actual que “apunta bien”.

Otro fenómeno mundial, aunque más asentado en Estados Unidos, el movimiento ‘craft’ rema en favor del brandy, de momento de los brandies locales, por lo que aún es pronto para apreciar su influencia en Jerez.

El consejero delegado de Sánchez Romate, Francisco Javier Requejo, se hace eco de la repercusión de este fenómeno, que comenzó con el vodka, pasó luego a la ginebra y ahora al brandy. “Vodkas norteamericanos que empezaron como ‘craft’, de pequeñas destilerías o garajes, ahora están entre los más vendidos, y el brandy es la categoría que está ahora caliente en EEUU, y aunque unos sacan más tajada que otros, que se hable de brandy siempre es bueno”.

Ángel Piña no tiene claro que el fenómeno craft haya llegado al Brandy de Jerez, pero sí observa que “algo ocurre con el brandy, algo como lo que empezó con el Cognac con el movimiento rap; la gente está abierta a probar cosas distintas y grandes operadores como Gallo se han animado a lanzar sus propios brandies, y eso ayuda”.

El bodeguero Jan Pettersen, de Rey Fernando de Castilla, con una copa del Solera Gran Reserva de la casa. El bodeguero Jan Pettersen, de Rey Fernando de Castilla, con una copa del Solera Gran Reserva de la casa.

El bodeguero Jan Pettersen, de Rey Fernando de Castilla, con una copa del Solera Gran Reserva de la casa. / Manuel Aranda

“La categoría brandy está caliente” y apunta a una segunda juventud del espirituoso

El momento del Solera Gran Reserva 

El cierre de la hostelería, de la que depende el 70% de las ventas en el mercado doméstico, no le ha venido nada bien al Brandy de Jerez, todo lo contrario de lo que ocurre en el exterior, en concreto en mercados tradicionales de Europa como Alemania o Italia, que van viento en popa con el cambio de hábitos de consumo.

“El covid ha cambiado el concepto, la gente bebe menos pero mejor y ese es el camino de futuro, centrarnos en consumidores con poder adquisitivo”, relata Babé.

Entre las bodegas que apuestan decididamente por el brandy, y pese a la caída del mercado español, Rey Fernando de Castilla cerró el año pasado con un aumento de ventas gracias al empuje de países como China, Rusia, países nórdicos y del este de Europa o Latinoamérica. Y el mayor crecimiento, comparte Jan Pettersen, propietario de la bodega, se registró en el Solera Gran Reserva. “Es un producto que gusta y hay que trabajar con imagen, nuevas presentaciones para llegar al consumidor y el perfil de nuestro consumidor es el mismo que el de Cognac, que lleva creciendo mucho tiempo”.

El caso alemán, dice Requejo, se explica en la imposibilidad de viajar a España, donde suelen venir tres o cuatro veces al año, pero con la pandemia, ahora consumen en sus casas y como tienen más disponibilidad económica, buscan productos premium”.

El desarrollo de las plataformas de ventas on line también ha facilitado el acceso a los brandies de alta gama, los Solera Gran Reserva de Jerez. “Es más fácil comprar por ordenador y que te lo lleven a casa que coger el coche, sobre todo en países donde la hostelería está en un segundo plano”, indica el consejero delegado de Sánchez Romate.

Ángel Piña, Chief Commercial & Marketing Officer de Emperador Distillers (Bodegas Fundador). Ángel Piña, Chief Commercial & Marketing Officer de Emperador Distillers (Bodegas Fundador).

Ángel Piña, Chief Commercial & Marketing Officer de Emperador Distillers (Bodegas Fundador).

"La gente bebe menos, pero mejor", destaca el Consejo Regulador, que pone el foco en el segmento premium

Alemania es territorio abonado para Osborne, que saldó el año pasado con un incremento del 10% en brandy, muy enfocado también, según Natalia Gómez, al Solera Gran Reserva.

“Los grandes volúmenes no van a volver”, matiza el presidente del Consejo Regulador, quien destaca el dinamismo del sector, reconocido en los últimos tiempos en los grandes certámenes de spirits con los premios otorgados a brandies como Fundador Supremo (Bodegas Fundador), Carlos I (Osborne), Cardenal Mendoza (Sánchez Romate), Lepanto (González Byass)...

“Las empresas se están moviendo con los Solera Gran Reserva”, apostilla Babé en su reconocimiento a la labor de las bodegas, desde las que también destacan la aportación de los bartenders al renovado interés por el brandy con la recuperación de cócteles clásicos y nuevas combinaciones en ese gusto compartido por lo auténtico.

Los operadores del sector tienen muchas esperanzas depositadas en que los consumidores rompan barreras. “Hay entusiasmo porque lo que tenemos es una maravilla, con una larga historia, una historia de verdad, y el brandy tiene todos los atributos para poder competir con los mejores whiskies”, asegura la responsable de marketing de Osborne, al tiempo que su homólogo en Fundador invita a “afrontar este rejuvenecimiento desde la humildad, la credibilidad y el respeto al producto; el brandy tiene mucho que decir si trabajamos como hormiguitas”.

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