Jerez

La historia de Jaime y Pedro: lo que es mío es de la Colegial de Jerez

  • El historiador jerezano Javier E. Jiménez López de Eguileta desvela en una investigación el legado de los hermanos Guillén de Barat, canónigos de San Salvador en el siglo XV, que por desavenencias con la familia donaron todo su rico patrimonio al templo, hoy Catedral

  • Eran nietos de Felipe Guillén de Barat, uno de los más afamados escribanos públicos de Sanlúcar de Barrameda en el siglo XIV

Imagen de la antigua Iglesia Colegial de San Salvador, extraída de la Vista de Jerez de Anton van den Wyngaerde (s. XVI).

Imagen de la antigua Iglesia Colegial de San Salvador, extraída de la Vista de Jerez de Anton van den Wyngaerde (s. XVI).

Monografía 'La construcción del espacio diocesano en la Europa medieval: actores, dinámicas y conflictos' en la que el autor publica su investigación. Monografía 'La construcción del espacio diocesano en la Europa medieval: actores, dinámicas y conflictos' en la que el autor publica su investigación.

Monografía 'La construcción del espacio diocesano en la Europa medieval: actores, dinámicas y conflictos' en la que el autor publica su investigación.

La iglesia colegial de San Salvador de Jerez obtuvo desde la conquista castellana de la ciudad en 1267, y gracias al deseo de su fundador Alfonso X 'el Sabio', la categoría de segundo templo de la Archidiócesis de Sevilla. En consonancia con su rango eclesial, el clero capitular aglutinó no solo a importantes figuras eclesiásticas de la región, sino también a otras del ámbito del reino, en cuyo caso, la mayoría de las veces, la canonjía terminaba siendo servida por un asistente. Sin embargo, las primeras fueron quienes a la postre dirigieron, a partir sobre todo de mediados del siglo XIV, los designios del cabildo, intentando reproducir en su seno la misma posición de poder que sus familias de origen ejercían en el regimiento urbano de las ciudades del entorno.

El profesor de la Universidad de Cádiz Javier E. Jiménez López de Eguileta señala que son conocidos los linajes de la élite local a los que pertenecían los canónigos naturales de Jerez durante los siglos XIV y XV –Dávila, Espinosa, Gallegos, Orbaneja, Trujillo, Vargas, Vergara–, "pero no tanto los de aquellos que habían llegado provenientes de otras poblaciones de alrededor. De entre estos últimos he podido ir descubriendo durante los últimos años la singular posición que alcanzó el de los Guillén de Barat de Sanlúcar de Barrameda, una destacada familia de escribanos y miembros del concejo de la villa, ligados a la Casa señorial de los Guzmán, que dieron para la nómina de canónigos jerezanos a dos de sus hijos, los hermanos Pedro y Jaime. Debieron de ingresar en el cabildo colegial en los últimos años del siglo XIV y desde entonces intentaron dirigirlo hacia sus propios intereses. Además, su inmensa fortuna y las bien tejidas redes de deudos que se procuraron les hicieron acopiar un vasto caudal de inmuebles urbanos, tierras y predios agrícolas en los términos de Jerez, Arcos de la Frontera, Rota-Chipiona y en el de la propia Sanlúcar. Las rentas obtenidas de su producción no hicieron sino redundar en su holgada posición, que terminaría por granjearles un singular patrimonio, cuya herencia al final de sus días, por ciertas diferencias con el clan de origen, recayó en manos de la fábrica de San Salvador".

Esta reciente investigación de López de Eguileta se basa en los títulos de propiedad de aquellos inmuebles rústicos y urbanos conservados en el Fondo Colegial del Archivo Histórico Diocesano de Jerez de la Frontera. Son un conjunto de 38 escrituras que reconstruyen al detalle la actividad socioeconómica de nuestros canónigos e, incluso, la de algunos de sus familiares más directos, y que nos hace recorren toda la primera mitad del siglo XV.

Tras participar en Burgos en septiembre de 2021 en el Congreso Internacional 'Construir la Diócesis medieval. Estrategias, agentes y herramientas', organizado por las Universidades de Cantabria y Burgos, el profesor Javier E. Jiménez López de Eguileta ha podido publicar los resultados de su investigación en la monografía resultante de dicho encuentro científico, que, titulada 'La construcción del espacio diocesano en la Europa medieval: actores, dinámicas y conflictos', ha sido publicada a finales del año pasado por la prestigiosa editorial Trea. 'Canónigos ante notario. Los Guillén de Barat y la escenificación del poder en Jerez de la Frontera a comienzos del siglo XV' es el título de su capítulo. 

Familia, canonjía y presencia pública

Javier E. Jiménez López de Eguileta. Javier E. Jiménez López de Eguileta.

Javier E. Jiménez López de Eguileta.

Abundando en la familia, canonjía y presencia pública, el historiador jerezano explica que Jaime y Pedro Guillén de Barat eran nietos de Felipe Guillén de Barat, uno de los más afamados escribanos públicos de Sanlúcar de Barrameda en el siglo XIV y es muy probable que muy pronto, debido a la temprana muerte de su padre Bernal, estrechasen vínculos con su abuelo, quien desde su posición profesional y como mayordomo de la sanluqueña parroquia de Santa María, pudo haberles franqueado paso al estado clerical e, incluso, sufragarles estudios adicionales en algunos de los centros de enseñanza al uso en estos momentos, pues precisamente al menos Jaime gozaba del título de 'bachiller en leyes'. Desde luego, ambos eran canónigos de San Salvador de Jerez a finales del siglo XIV.

"Ya su abuelo les había dejado importantes bienes en la ciudad de la desembocadura del Guadalquivir, a los que muy pronto se sumarían los que en 1403 les dejó su madre Catalina Jaimez. Comenzaban así una secuencia de adquisición de casas y tierras que ya no pararía hasta el final de sus vidas. En efecto, desde esta holgada posición se decantaron, además de por los negocios de compraventa y arrendamiento de inmuebles urbanos y fincas rústicas y aquellos otros de índole agropecuaria, por la vida política de Jerez, en la que, protagonizaron algunos episodios bastante sonados en la ciudad, como el surgido en 1404, cuando Jaime Guillén, junto al célebre entonces Pedro Díaz de Villacreces, formó parte de un importante conato de creación de bandos entre la élite jerezana". 

Propiedades urbanas y rústicas

En cuanto a las propiedades urbanas y rústicas, el profesor Jiménez López de Eguileta advierte que "el estudio pormenorizado de la propiedad en Jerez y su comarca a comienzos del siglo XV está por hacer y, aunque no faltan datos para ello, las investigaciones más recientes se han centrado de forma especial en las últimas décadas de la centuria y en las primeras del XVI. Por eso, la singular fortuna de los hermanos Guillén de Barat merece particular atención en este contexto, en primer lugar, porque no se ha conservado semejante caudal de documentos referidos al patrimonio personal de ninguno de los miembros de la oligarquía regional del momento, pero también porque su conjunto encierra detalles de interés acerca del funcionamiento de los negocios inmobiliarios y agropecuarios dirigidos por aquellos y nos pone sobre la pista de la participación en él del estamento eclesiástico".

Los intereses de los hermanos canónigos en cuanto a su participación en el mercado de propiedades del Jerez de la primera mitad del siglo XV fueron muy variados. No discriminaron procedencia urbana ni rústica de las mismas y, en recuerdo y vinculación con la villa de origen, tampoco su ubicación en Sanlúcar o, incluso, en el término de otras poblaciones limítrofes como Rota, Chipiona o Arcos. 

Respecto a las operaciones urbanísticas de los Guillén de Barat, se concentraron en Jerez y Sanlúcar, ciudades en las que documentalmente se encuentra contrastada la adquisición de bienes inmuebles o su tenencia por herencia, donación o concesión. La tipología de los mismos es mayoritariamente solares o casas, a veces con corrales, casatiendas o palomares. Factor significativo en esta cuestión es la percatación de que hasta en un 60% los inmuebles obtenidos mediante compra lindan con otros que ya eran suyos, lo que implica un declarado afán por el aumento de la propiedad, más que en el número, en su extensión. Por su parte, la connotación de poder y su representación resulta incontestable en el caso de los inmuebles comprados en la collación de San Salvador de Jerez, donde se encontraban las casas de la morada de Jaime Guillén.

"No cabe duda de que la formación de un patrimonio urbano de tal calibre no podía responder sino a una inversión especulativa, que les permitiese percibir unos beneficios considerables. Teniendo presente que para esta época la inmensa mayoría del vecindario de Jerez vivía en casas que no eran suyas, sino arrendadas, los rendimientos económicos vendrían claramente del alquiler de estas propiedades".

Además de en los inmuebles habitacionales, los Guillén de Barat se fijaron en otros destinados al sector del comercio de materias primas, especialmente, la carne y el pescado. En su ya contrastado afán de buscar el lucro a sus inversiones, debían ser buenos conocedores de que estos edificios, por ser los únicos lugares autorizados para su venta en la circunscripción de cada concejo, tenían asegurados unos beneficios fijos y no precisamente pequeños. Para abril de 1411, consta que Jaime Guillén tenía dos tablas de carnicería en Sanlúcar, posesión confirmada meses más tarde por el mismísimo don Enrique de Guzmán, II conde de Niebla.

Aunque al final de su vida, mismo rédito que con las carnicerías sanluqueñas buscó Pedro Guillén de Barat –muerto ya su hermano Jaime– agenciándose dos casatiendas en la pescadería de Jerez en agosto de 1447. El alto precio desembolsado por ellas, nada menos que 14.000 maravedís, obligaba a esperar de su actividad una cifra que rentabilizase la inversión. Asimismo, no existe ninguna duda de que en su obtención tuvo mucho que ver la compra que había realizado cuatro meses antes de un corral de pesquería en Chipiona, término por aquel entonces de Rota, llamado El Alamín, por el que había entregado otros 6.000 maravedís. 

Fincas rústicas

En cuanto a las fincas rústicas se refiere, las propiedades rurales jerezanas de los Guillén de Barat se localizan en los pagos de Macharnudo, San Salvador, Santa Olalla, Ducha, San Julián de la Muela y Majarromaque. Pero también poseían tierras en término de Arcos, pues en 1418 habían comprado la mitad de la aceña de Casinas, situadas a un lado y a otro del río Guadalete, linderas con los donadíos de Abadín y Tablallano y en la confluencia también del río Majaceite. En Sanlúcar de Barrameda, las posesiones se distribuyen por los pagos del Salto del Grillo, Cabezudo, Cortijo, Atalaya, Calera, Carrascal, los Cañuelos y el valle de las Huertas.

"Hay que decir que el cultivo más apreciable en el paisaje rural que sus propiedades dibujaban era el de la vid, lo que coincide con el exponencial aumento que su producción vivió en la zona a lo largo del siglo XV. Sin embargo, tenían otros cultivos menores, como el de la miel y la cera, obtenidas de la cría de abejas en las tierras que tenían en la aldea de Ducha". 

Los últimos años y la herencia

Finalmente, Javier Jiménez se centra en los últimos años y la herencia. En este sentido, el bachiller Jaime Guillén hubo de fallecer en torno a 1424. A partir de entonces su hermano Pedro continuó con la gestión de su ingente patrimonio y, debido a importantes desavenencias con su familia de origen, dejó a la Iglesia Colegial de San Salvador por su única heredera tras su muerte, acaecida en 1448, aproximadamente.

Concluía en ella el destino de la inmensa fortuna atesorada por los hermanos Jaime y Pedro Guillén de Barat a lo largo de su vida. Y es probable que esto fuese algo previsto por ellos, si no desde el principio, sí al menos desde que los lazos con el linaje se fueron disolviendo. "No es lógico -cuenta el investigador- que siendo ambos célibes continuasen adquiriendo propiedades con un potencial destino familiar. Así que bienes de hasta tres generaciones confluyeron entonces en la iglesia colegial de San Salvador. Con razón se ha estimado a nuestro canónigo como una de las figuras más relevantes de su historia por su labor benéfica para con ella. Gracias a la singular herencia que dejó, el cabildo pudo iniciar importantes reformas y construcciones en el templo de su rectoría –nuevo ábside y torre campanario se levantan alrededor de estos años–, llegando a convertirse en uno de los focos más sugerentes de la producción artística en la región gaditana".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios