La difícil convivencia en la coalición de socialdemócratas y conservadores que gobierna Austria desde 2007 quedó patente ayer con la dimisión del jefe de filas del Partido Popular (ÖVP), Reinhold Mitterlehner, que podría adelantar las elecciones respecto a la fecha prevista de otoño de 2018.

Mitterlehner, el cuarto jefe de los populares austríacos en diez años, justificó su marcha tanto en los enfrentamientos en la gran coalición como en la conflictiva situación en su propio partido.

En los últimos meses, las dos formaciones se han enfrentado en asuntos que van desde la política fiscal a la estrategia sobre inmigración y una reforma educativa.

Además, los ataques personales entre miembros del Gobierno de una y otra fuerza son frecuentes. En el más reciente, el ministro austríaco del Interior, el conservador Wolfgang Sobotka, acusó al socialdemócrata Christian Kern de "haber fracasado como canciller".

"Es imposible hacer un buen trabajo de Gobierno y ser, al mismo tiempo, tu propia oposición", resumió Mitterlehner ayer la situación en el Ejecutivo.

Mientras, el eurófobo y ultranacionalista Partido Liberal FPÖ lidera las últimas encuestas de intención de voto, con un estimado 30%, un punto más que el socialdemócrata SPÖ y nueve más que el ÖVP.