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La ira se extiende por el mundo árabe Tras muchas jornadas de violencia y tensión, la calma domina ahora la capital egipcia

Los manifestantes no se resignan a abandonar su protesta en El Cairo

  • Los egipcios presentes en la plaza Tahrir aseguran que no se irán hasta que el presidente Mubarak deje el poder · Los ciudadanos desconfían del diálogo iniciado el domingo, en el que sienten que no tienen voz

Los manifestantes en la plaza Tahrir de El Cairo permanecen inamovibles tras 14 días de protestas y dicen que no se irán hasta que el presidente Hosni Mubarak deje el poder, pese al diálogo iniciado entre el Gobierno y la oposición.

"Nos quedaremos aquí hasta que él se marche. No se ha derramado sangre para llegar a nada", aseguró ayer el ingeniero de obras públicas Salah Ahmed Mohamed, sentado en una de las aceras de la plaza, símbolo de las protestas contra el régimen de Mubarak.

Para Mohamed, "Mubarak no puede hacer en seis meses lo que no ha hecho en 30 años". "Él es el principal responsable de lo que ocurre en el país", agregó, en referencia a la intención del jefe de Estado de permanecer en el poder hasta las elecciones presidenciales de septiembre.

Después de muchas jornadas de violencia y tensión, la calma reinaba ayer en Tahrir, donde todavía había muchos manifestantes acampados, pese al principio de acuerdo alcanzado el domingo entre grupos de la oposición y el vicepresidente Omar Suleiman para acabar con la Ley de Emergencia, vigente desde 1981, y enmendar la Constitución.

Y es que muchos ciudadanos que estaban en la plaza desconfiaban de un diálogo en el que sienten que no tienen voz.

En ese sentido, el comerciante Mahmud Fuad señaló que ni él ni la gente de la calle se sienten representados por la oposición. "Ellos (la oposición) no hablan en nuestro nombre -dijo-. No debería haber negociaciones antes de que Mubarak se marche. Los partidos sólo quieren cumplir sus propias aspiraciones".

Además, "si nos marchamos de la plaza Tahrir y Mubarak sigue, irán a por nosotros. Estos días ha venido gente que ha tomado fotos de los manifestantes y nuestros nombres. Si estamos aquí no habrá represión", explicó Fuad casi a gritos para hacerse oír en medio del estruendo por los altavoces que difundían lemas contra el régimen.

Desde la improvisada tribuna creada en la plaza para difundir mensajes entre los manifestantes, ayer se continuaba cantando lemas como "vete, vete, vete Mubarak" y "el pueblo quiere que el presidente caiga", que coreaban muchos de los presentes, algunos con pañuelos palestinos.

Junto a la tribuna, la estudiante Alia Gamal y su madre, con velo musulmán, escuchaban atentas los eslóganes, aunque la joven se mostró pesimista sobre el resultado de la revuelta popular egipcia. "No creo que la gente vaya a abandonar la plaza, pero tampoco va a pasar nada en el plano político", apuntó.

Según Gamal, "el problema es que hay una enorme cantidad de egipcios que son muy pobres y no han salido a la calle porque su única preocupación es tener algo que comer y agua para beber, y eso el Gobierno lo sabe".

Para Gamal, solo hay dos soluciones posibles para que la gente decida abandonar Tahrir y regresar a sus casas: "O bien que Mubarak deje el poder y se forme un Gobierno de unidad nacional, o bien que Mubarak ceda sus poderes a Suleiman hasta septiembre, cuando haya elecciones". Aun así, la estudiante consideró improbable que una de esas dos opciones vaya a cumplirse, por lo que expresó su temor de que "al final todo vaya a quedar en nada".

El ingeniero electrónico Talaat Ibrahim también hizo hincapié en que no se marchará hasta que Mubarak dimita. "Tengo una empresa, no estoy trabajando y tengo empleados a los que pagar, pero para mí es más importante tener libertad y derechos -afirmó. Muchas personas han recibido disparos durante las revueltas, y yo no soy mejor que ellos, por eso me voy a quedar aquí, por mí y por mis hijos".

Sobre el diálogo entre el régimen y la oposición, Ibrahim subrayó que se trata de una estrategia de Mubarak: "Él dará un poco, pero al final no hará nada".

Mientras que los manifestantes continuaban en la plaza, el centro de la ciudad sigue paralizado por las restricciones al tráfico rodado y la clausura de numerosos comercios.

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