“La UE está obsesionada con el ‘Green Deal’ sin analizar su coste”

Javier Garat | Secretario general de Cepesca

El secretario general de Cepesca es uno de los gaditanos con mayor influencia en Bruselas, cuyos pasillos recorre desde hace más de veinte años en defensa de los intereses del sector

Javier Garat, secretario general de Cepesca, en un barco en el Puerto Pesquero de Sanlúcar.
Javier Garat, secretario general de Cepesca, en un barco en el Puerto Pesquero de Sanlúcar. / Miguel Ángel González
Alejandro Martín

03 de octubre 2021 - 06:00

La lista de cargos que ocupa Javier Garat (Sanlúcar de Barrameda, 1971) dentro del sector pesquero es tan larga como para llenar un párrafo. Posiblemente es uno de los gaditanos con mayor influencia en Bruselas, con permiso del ex comisario Miguel Arias. Secretario general de Confederación General de Pesca (Cepesca), el año pasado fue reelegido por sexta vez como presidente de la patronal pesquera europea (Europêche). Pero si algo le define es el hecho de ejercer de embajador de su tierra hasta el punto de regalarle al Papa Francisco un disco de villancicos sanluqueños en una audiencia en el Vaticano.

—Se marchó de Sanlúcar muy pronto pero nunca ha dejado de definirse como sanluqueño.

–Somos siete hermanos nacidos en Sanlúcar de una madre sanluqueña. Mi padre era hijo de marinos que acabó en Sanlúcar por cosas de mi abuelo y llegó a ser alcalde. Pero en 1979, nos fuimos a Madrid porque le salió la oportunidad de trabajar en el mundo del atún como accionista y consejero delegado del grupo Albacora, que hoy es la empresa atunera más importante de la Unión Europea. Fue una decisión inteligente pensando en la educación de sus hijos, pero los vínculos de mis padres y mis hermanos con Sanlúcar nunca se perdieron.

—¿Cómo aterriza en el mundo de la pesca?

–Por casualidad. Aunque a través de mi padre puedo decir que siempre he comido de la pesca, yo estudié Derecho y mi intención tras la Mili era la de ejercer de abogado. De hecho, estuve de pasante con un abogado de Sanlúcar que a su vez había sido pasante de mi padre. Pero me surgió la oportunidad de ir a Bruselas a hacer unas prácticas en la Comisión Europea. Tuve la suerte de que me tocó en el equipo de pesca del Servicio Jurídico de la Comisión Europea. Ahí empecé a enterarme del mundo de la pesca y me di cuenta de que era apasionante y que se me daba bien. Tras las prácticas, me puse a estudiar un máster de derecho europeo internacional porque quería quedarme un año más en Bruselas, pero para no hacer la carga más pesada a mis padres, me puse a trabajar. Y por cosas de la vida, acabé de asistente del consejero de Pesca de la representación permanente de la UE. Al cabo de tiempo, me surgió la oportunidad de trabajar en un bufete holandés con oficina en Madrid. Allí dedicaba la mitad de mi actividad a temas de pesca y la otra mitad a procesal internacional. En ese momento, se jubiló el secretario general de la Federación Española de Organizaciones Pesqueras y me ofrecieron irme. Fue una decisión complicadísima porque estaba en un despacho de abogados muy potente, en el que podía llegar a ser socio si hacía bien las cosas, y la alternativa era meterme en el mundo del asociacionismo, que no dejaba de ser una gran incógnita. En contra del criterio de mi padre, me marché y creo que fue un acierto, no desde el punto de vista económico, pero sí desde el trabajo, que es apasionante.

—¿En los pasillos de Bruselas se toman decisiones sin tener en cuenta muchas veces a los pescadores, que están a miles de kilómetros de allí?

—Sin ninguna duda. Y aún más lejos. Estamos ahora en Sanlúcar, una ciudad con una flota de bajura que va y vuelve en el día, de empresas familiares de cuatro o cinco trabajadores, que posiblemente no piensan en que la Organización de Naciones Unidas le puede afectar en su día a día. Por eso tenemos que estar en los foros internacionales porque se toman decisiones sin tener en cuenta sus repercusiones. Por ejemplo, la semana pasada vino el comisario de Pesca de visita por primera vez a España. Lo llevamos a Vigo, Alicante y a Santa Pola, donde por fin vio un barco y le presentamos armadores, hombres y mujeres, para que conociera sus problemas. Una de ellas era Manola, que se quedó viuda hace cuatro años y que asumió la responsabilidad de llevar la empresa con cuatro hijos a bordo del barco. Al comisario le dijo llorando que estaba angustiada por culpa de las normas que estaban aprobando en Bruselas ya que pensaba que ésta iba a ser la última generación de su familia que se pueda dedicar a la pesca. Creo que el comisario, acostumbrado a reunirse con ONG o gente como yo, no había visto eso en su vida y a la fuerza le tuvo que marcar.

—¿La pesca fue la gran perdedora de la entrada de España en la Comunidad Económica Europea?

—Es de las grandes perdedoras. Como pasó con el Brexit, fue lo último sobre lo que se llegó a un acuerdo porque había miedo a que los españoles arrasaran sus aguas. Entonces teníamos más de 21.000 barcos y ahora son unos 8.800. España salió malparada porque nos dieron menos cuota de la que nos correspondía y porque se establecieron una serie de excepciones a las normas generales que sólo se aplicaban a España y Portugal.

—Una muestra de que no se entiende cómo funciona la pesca es que el Golfo de Cádiz no existe. Es el Sur de Portugal.

—Eso es un tema de etiquetado. Pero el Golfo de Cádiz sí existe y forma parte de todas las negociaciones. Otra cosa son las estadísticas, que usan las zonas FAO.

"La pesca fue una de las grandes perdedoras de la entrada de España en Europa. Pasamos de 21.000 a 8.800 barcos”

—Con estos problemas el relevo generacional es muy difícil.

—Un cuarto de hora antes de que usted llegara me he encontrado con uno de los principales armadores de aquí, el Poma, que además tiene un restaurante en Bajo de Guía. Pues con más de 70 años está haciendo los cursos para actualizarse y volver al barco porque no hay patrones. Es uno de los mayores problemas que tenemos en España y en la UE.

—¿Qué frena el relevo?

—Hicimos un estudio en las escuelas náutico-pesqueras para ver qué estaba pasando porque están llenas, pero muchos de los alumnos prefieren irse a la Marina Mercante, los barcos de recreo o incluso trabajar en tierra. Nos dimos cuenta de que había un enorme desconocimiento de lo que ocurre en los barcos. Pusimos en marcha un plan para llevar armadores y patrones a las escuelas para contar cómo es realmente la vida a bordo. En altura y gran altura hay salarios muy buenos. Y los Messis y Ronaldo de la pesca, los patrones muy buenos, pueden llegar a ganar 600.000 o 700.000 euros. Y en esas flotas, hay incluso fichajes entre las empresas. También hemos potenciado desde hace dos años la FP dual en pesca y ha sido fantástico, porque los alumnos que se han embarcado se han dado cuenta de la realidad. Nadie niega que sea un trabajo duro, pero las comunicaciones a través de satélite con las familias son muy buenas y al ser barcos más modernos, tienen unas camarotes más cómodos de lo que creen. Además de que las condiciones salariales son buenas, y si la pesca es buena, aún ganan más.

·En los foros internacionales se toman decisiones sin tener en cuenta sus repercusiones“

Marruecos es el tema de la semana. ¿El sector tiene que hacerse a la idea del cierre de su caladero?

—El Tribunal General de la UE ha dicho que la sentencia no va a entrar en vigor hasta que o bien pasen los dos meses de plazo para presentar recurso de casación, o si se recurre, hasta que el Tribunal de Justicia decida, con lo que puede pasar uno o dos años. Tenemos tiempo aún para que Comisión Europea, Gobiernos y Marruecos busquen una solución. Nosotros, como sector, vamos a intentar echar una mano como siempre hemos hecho. Tenemos dos comisiones, una hispano-marroquí y otra euro-marroquí, que yo presido por la parte española, y que nos vamos a reunir para ayudar. La última reunión fue en Dajla y allí pudimos ver cómo se invierte el dinero de la UE.

—Cambia todo para que sigua igual. Si hay recurso, el fallo llegará prácticamente cuando expire el acuerdo actual, por lo que toca negociar sí o sí.

—Caduca en julio de 2023. En circunstancias normales, la negociación empezaría en julio del año que viene. A lo mejor, esta situación hace que se acelere. Las dos partes tendrán que ver cómo se soluciona el problema. Ya se planteó lo mismo hace unos años con una sentencia parecida. Las partes se sentaron a negociar este acuerdo, del que nosotros pensábamos que los tribunales no iban a decir nada en contra. Es un problema cuando entre en vigor porque Conil, Barbate, Tarifa y Algeciras, cuyo caladero principal es el Golfo de Cádiz, utilizan Marruecos como un complemento necesario para hacer viable su actividad y que además reduce la presión pesquera sobre el Golfo.

Javier Garat conversa con miembros de la Cofradía de Pescadores de Sanlúcar.
Javier Garat conversa con miembros de la Cofradía de Pescadores de Sanlúcar. / Miguel Ángel González

—La pesca de arrastre también tiene peso en la provincia, y hay mucha presión en su contra.

—Yo empecé en el asociacionismo en abril de 2001 y ya entonces había una campaña mundial impresionante contra el arrastre que pedía una moratoria en todo el mundo ante la ONU. Allí nos fajamos en su defensa y salieron una serie de resoluciones que exigían a todos los gobiernos y organizaciones regionales de pesca proteger los ecosistemas marinos vulnerables, cerrando miles de kilómetros cuadrados al arrastre. Hoy en día, la pesca de arrastre se realiza en fondos de arena y fango donde no hay nada valioso que proteger. Además, el arrastre es el auténtico motor socioeconómico de los puertos, de los que Sanlúcar es un ejemplo. Si desapareciera el arte de arrastre, Sanlúcar desaparecería porque la fábrica de hielo sería inviable y la cofradía, que es la concesionaria de la lonja, no tendría ingresos suficientes para soportarla. Además, con el arrastre se pescan especies que no se pueden capturar de otra manera y otras que se pescarían en cantidades muy pequeñas. Hablamos de la gamba blanca y roja, la cigala, las puntillitas, los chipirones o especies de fondo como el fletán negro. Ocurriría que otros países seguirían pescando con arrastre y mandarían sus productos a la UE, mientras que aquí tendríamos la conciencia muy tranquila con esa política de escaparate.

"Tenemos tiempo para que Comisión Europea, Gobiernos y Marruecos busquen una solución al acuerdo”

—¿No da la sensación de que la UE está haciendo un esfuerzo baldío por el medioambiente?

–Es lo que llamo política de escaparate. Los temas medioambientales están muy bien y los pescadores son los primeros que quieren velar por que haya pescado en el futuro. Pero otra cosa es anteponer eso a absolutamente todo sin valorar realmente el coste socioeconómico y de pérdida de competitividad para las empresas europeas. Es que esos terceros países venden en la UE, y muchas veces libres de aranceles. Da la impresión de que nos hunden desde nuestra propia casa. Están obsesionados con el Green Deal, con propuestas como gravar el gasóleo pesquero, como si eso fuera la solución a los problemas de CO2 del mundo, sin analizar el coste de exportación de la deuda ambiental. Porque al final, van a acabar con nosotros, pero van a traer los productos de China sin preocuparse de cómo se ha pescado.

–Su implicación le ha llevado a embarcarse y compartir en vídeos de facebook cómo es la pesca.

–Me gusta embarcarme porque es la mejor manera de comprobar cuál es la realidad. E intento que los políticos también lo hagan para que vean el impacto de esas normas que están haciendo.

—¿Alguno ha aceptado?

—Pues se lo hemos ofrecido al mismo comisario. Y hace varios años conseguir embarcar en Tarragona a un director general de Pesca de un Ministerio y a una directora general de una comunidad autónoma. Es una experiencia que merece la pena vivirla porque es chulísima. Y porque te das cuenta de su esfuerzo. En el caso del arrastre, sales de aquí a las dos de la madrugada y para empezar a cumplir con la legislación hay que hacer un máster. Enciendes el Diario Electrónico de A Bordo y el Vessel Monitoring System; tras cada captura hay que apuntar en el ordenador lo que se acaba de pescar y como no hay peso, tienes que estimar la cantidad de pescado, sin poder equivocarte en más de un 10% porque te sancionan. Es importante vivir su realidad para darte cuenta del sacrificio.

"Intento que los políticos se embarquen para vean el impacto de las normas que elaboran en sus despachos”

—Luis Planas o Miguel Arias son ministros muy curtidos en Bruselas. ¿Es necesaria esa experiencia para ser ministro del ramo en España?

—Ha mencionado dos personas con gran experiencia en agricultura y pesca por sus cargos anteriores, y que hablan idiomas, algo fundamental en las negociaciones. Si un presidente del Gobierno tiene que elegir a alguien para dirigir un ministerio, si encuentra a alguien con esos perfiles es mucho mejor.

—Para terminar, una pregunta comprometida. ¿Dónde desemboca el Guadalquivir?

—No tengo ninguna duda. En Sanlúcar de Barrameda.

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