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San Fernando

De la esperanza a la resignación en este Martes Santo isleño

Un cargador de Caridad, apenado tras el anuncio de la suspensión de la procesión.

Un cargador de Caridad, apenado tras el anuncio de la suspensión de la procesión. / Germán Mesa

El cielo despejado y el sol radiante que se dejó ver en torno al mediodía despertó la esperanza de muchos cofrades que esperaban que la jornada del Martes Santo luciera esplendorosa. Quienes tenían presentes los partes meteorológicos eran más escépticos pues los pronósticos apuntaban a lluvia durante la tarde, especialmente en el lapso en el que estaban previstas todas las salidas procesionales de la tarde y su recorrido: Prendimiento, Huerto y Caridad daban vuelta desde temprano a su decisión más importante de la Semana Santa. Finalmente fue una jornada cofrade de resignación, ninguno de los cortejos salió, sus responsables optaron por la prudencia.

Había un azul salpicado de nubes en el cielo isleño en las horas previas a la primera salida de la tarde, la de Nuestro Padre Jesús del Soberano Poder en su Prendimiento y María Santísima del Buen Fin. Era un espejismo, apenas minutos antes, cuando la hermandad ya anunciaba que se retrasaba media hora, se nubló por completo, con nubarrones más oscuros a lo lejos, lo que presagiaba el chaparrón que sufrieron quienes aguardaban a la puerta de la iglesia de San José Artesano. El viento y el frío lo padecieron a lo largo de toda la tarde.

En el interior, desde donde se observaba que no quedaba ni un resquicio del celeste de la mañana, la ilusión se fue apagando. En los corrillos se comentaban los datos de las últimas previsiones meteorológicas, móvil en mano, y ya advertían de que la información que manejaba en este sentido el Consejo Local de Hermandades y Cofradías solía acertar con mucha exactitud. Unos vivían el momento en tensa calma, otros con el habitual ajetreo de una hermandad con mucha juventud entre sus penitentes. Algunas familias aprovechaban esos minutos para hacerse foto ante los pasos, con los más pequeños, incluso bebés, como principales protagonistas a fin de que el recuerdo perdure.

Cuando la junta de gobierno se reunió para tomar la decisión final, en el templo hubo suspiros, resoplidos, caras pensativas y de preocupación. Sentimientos que en algunos hermanos se tornaron en lágrimas y pena al anunciar que no salían. La junta de gobierno defendía la importancia del día a día de una hermandad, los cultos realizados durante todo el año y el trabajo desarrollado por todos.

En el Huerto no eran optimistas durante el día acerca de la salida de este año. Acostumbrada a poner sus pasos en la calle, según los veteranos del lugar, en el último medio siglo a pesar de los riesgos, las previsiones, de ser sorprendidos por la lluvia en su camino y mojarse o de tener que recortar itinerario y tiempos por la amenaza de agua, en esta ocasión las previsiones meteorológicas se lo ponían muy difícil, pues las precipitaciones coincidían con la previa, la salida en la calle y su presencia en Carrera Oficial.

La entidad se adelantaba a la situación y para empezar había buscado refugio para los casi 600 hermanos que iban a acompañar a sus titulares en el recorrido por la ciudad puesto que su elevado número impide que estos aguarden el comienzo de la cita dentro de la iglesia y, por el contrario, forman en la calle. Por eso, les comunicaron que poco después de las cuatro de la tarde les darían información sobre el lugar donde debían concentrarse sin que fuera en el horario y la ubicación habitual. Para protegerlos de la lluvia, de hecho, solicitaron autorización para que los penitentes, entre los que hay muchos niños, esperasen en la Escuela Municipal de Danza. También se hizo hueco en la Pastora, delante de los pasos, en el presbiterio, en el pasillo de la sacristía o en los distintos salones.

En torno a las cinco se pidió a los hermanos que se desplazasen hacia los puntos definidos para cada sección y las seis fueron entrando en el templo quienes tenían en el interior sus posiciones. La hermandad había acordado con el Consejo de Hermandades retrasar su salida procesional 30 minutos para analizar los pronósticos del tiempo. Cuando casi se había cumplido esa demora, la entidad confirmó que no iba a poder realizar su estación de penitencia por las calles de La Isla por el riesgo de lluvia.

Fue un momento complicado para los hermanos, que dejaron imágenes de tristeza y desilusión. La banda del Cristo decidió pasar por la puerta de la Divina Pastora tocando La oración en el huerto para a continuación dos integrantes realizar una ofrenda de flores a los titulares. Después tocaba recogimiento con el rezo del vía crucis en intimidad, antes de que las puertas de la iglesia se abrieran para dejar pasar a los fieles.

Caridad era la última esperanza del Martes Santo de San Fernando, pero el día acabó con resignación. Mientras un buen número de personas aguardaba a las puertas de San Francisco que la entidad pusiera la cruz de guía en la calle, en el interior pequeños y mayores ocupaban los bancos de la iglesia desplazados para despejar el camino de su titular. Allí ya eran conocedores de que Prendimiento y Huerto habían anunciado que no salían y la incertidumbre se respiraba en el ambiente.

Como las otras hermandades, retrasaron su salida media hora, e incluso entre los hermanos corrió la idea de que podrían realizar un itinerario corto. Era más un deseo que una realidad, como se comprobó cuando esa media hora de dilación se cumplía. Hermanos, acólitos, monaguillos y demás eran llamados a ocupar sus asientos o el espacio fijado para ellos y la junta de gobierno salía de su deliberación para comunicar la suspensión de la salida procesional.

De nuevo, en un estampa que se repitió hasta en tres ocasiones en esta aciaga tarde de Martes Santo, las lágrimas resbalaron por el rostro de algunos de los presentes, apesadumbrados por la suerte que corrían en esta ocasión. A todos, pequeños y mayores, hermanos y cuidadores, se les pidió que acompañaran en los rezos que estaban previstos. Después, a pesar de que muchas personas se agolpaban en la puerta lateral del templo para ver a Caridad con su Hijo en las faldas, el paso se puso en carrera para ser contemplado por los hermanos. Tenían ese privilegio, el de rezar con su tristeza ante su piedad.

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