Techo y comida para tod@s

La belleza intangible

Ramón González De La Peña

17 de febrero 2016 - 01:00

HACE unos diez años un grupo de amigos nos pusimos delante de la cámara de Juan Miguel del Castillo… No había un guión aunque sí un propósito que no viene al caso. Pasamos juntos esa tarde, todo el tiempo grabando en silencio, apenas haciendo alguna indicación de vez en cuando. Al cabo de unos días nos entregó un vídeo de unos minutos, no más de doce o quince, emocionante. Con el escaso material que aquella tarde pudo conseguir construyó una hermosa historia que contar. Así fue como supimos de un nuevo director de cine, su reconocimiento era sólo cuestión de tiempo.

'Techo y comida, ¿y a ti quien te rescata?', es una película valiente, reivindicativa, solidaria. Ya en su título deja muy claro de qué lado se colocan sus responsables. En estos años de crisis en los que una parte de la ciudadanía ha venido pasando tantas penalidades, el Gobierno tomó la decisión de rescatar ciertos bancos a costa de servicios básicos de protección de los ciudadanos. Mientras que ha habido y hay gente que pierde su empleo, su casa o su comida, los responsables de las operaciones financieras que condujeron al fracaso de aquellas entidades, salieron, en la mayoría de los casos, cargados de millonarias indemnizaciones.

La acción de la película se desarrolla principalmente en la barriada de La Granja, una de las primeras que se construyen en Jerez, en los años de la aprobación del plan general de 1969, que vino a actualizar el de 1959 cuyas previsiones de crecimiento se agotaron a mediados de los 60. Con el plan del 69 se inició la primera transformación de la ciudad por la trascendencia que tuvo en sus determinaciones. Entre otras cosas, con ese plan se inició el ocaso del centro histórico. Porque, por ejemplo, dibujaba un vial de tráfico desdoblado por la avenida Álvaro Domecq, plaza del Mamelón, alameda Cristina, calle Larga, calle Lancería, plaza del Arenal, alameda Vieja y cuesta de la Alcubilla, hasta conectar de nuevo con la N-IV que continuaba hacia Cádiz. Al tratarse de un plan que más tarde se calificó de desarrollista, calificó una gran cantidad de suelo como urbanizable: toda la zona al otro lado del ferrocarril, apoyado en las carreteras de Arcos y Cortes y toda la zona norte hasta la urbanización El Bosque, además de Icovesa, las Torres y el polígono San Benito. También, incomprensiblemente alejada del núcleo, la barriada de la Granja. El proyecto para las viviendas de la Granja, que abandonó la geometría racionalista de las primeras barriadas como La Plata, La Vid o La Asunción, se apuntó a las nuevas modas organicistas, creando espacios públicos menos estructurados. Aún así, las viviendas, vistas ahora con 40 años de distancia, mantienen ciertas cualidades, si se comparan con las que se han venido haciendo en los últimos años previos a la crisis.

Juan Miguel del Castillo centra su mirada en una joven madre soltera que se busca la vida a diario para garantizarle educación y sustento a su hijo de 8 años, Adrián, del que teme perder la tutela. La vida de ambos queda en el aire cuando les llega la orden de desahucio del piso alquilado donde viven. Rocío, la joven protagonista, es una de tantas desfavorecidas en estos tiempos de ajustes salvajes. Vive en la barriada de La Granja, en Jerez, una ciudad cuyas circunstancias económicas no acabamos de entender. Pese a sus grandes atractivos como la industria del vino, el flamenco, los caballos, el Circuito de Velocidad, el inmenso término municipal con recursos agrícolas, ganaderos y forestales, el aeropuerto, la cercanía de la costa, la Feria y demás fiestas anuales tan atractivas y valoradas en el mundo entero, Jerez continua teniendo uno de los índices de paro más altos de Europa. Es esta una ciudad que sólo sus habitantes podrán sacarla del hoyo en el que se encuentra.

¿Cuándo vamos a empezar?

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