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Cultura

"Los vástagos de las casas cantaoras están dilapidando la herencia recibida"

  • El miembro de, entre otras, la Cátedra de Flamencología habla hoy, a las ocho y media de la tarde, en la Academia San Dionisio, sobre pasado, presente y futuro del flamenco y sus últimas investigaciones

Luis Suárez Ávila, (El Puerto 1944), es un prestigioso abogado. Desde muy joven se interesó por el flamenco y, como escribió el recientemente desaparecido profesor Diego Catalán Menéndez-Pidal, es "el descubridor de lo inaccesible, el genuino romancero de los gitanos". Gracias a él se ha podido tener cabal conocimiento de un corpus extensísimo de romances de tipo épico e histórico, inhallables en todo el mundo hispánico y conservado, como una reliquia, por escasos individuos de casta gitana en El Puerto. Entre otras entidades, es miembro de la Cátedra Alfonso X, académico de las Reales de Bellas Artes de Cádiz, de la de San Dionisio de Ciencias Artes y Letras de Jerez y de la de Bellas Artes de El Puerto y miembro de la Cátedra de Flamencología y Estudios Folklóricos Andaluces. Hoy martes, a las 20:30, en la Academia San Dionisio disertará sobre 'El nombre de flamenco, que ocho letras tiene', dentro de un acto conmemorativo del cincuentenario de la Cátedra.

- Háblenos de su conferencia.

- Desde los años 60 vengo luchando por dar seriedad científica a los estudios sobre flamenco. Lo común es que cualquiera haya escrito sobre este tema, y se haya acercado a él con visones poéticas y descriptivas, cuando no caprichosas. Gentes faltas de la más elemental formación se permiten opinar de esto y lo otro y escribirlo. Son trascendentes enredadores. Por eso, conviene aclarar el nombre de este fenómeno que se forja en un núcleo muy pequeño de Andalucía la Baja. Si me apuras, es una verdad como un templo lo que decían los antiguos flamencos: "De El Cuervo para abajo está el ajo". Lo primero es el nombre. Y a eso me voy a referir en mi conferencia, un ensayo que he hecho de primera mano, aunque su meollo parte de unas ideas que comencé a intuir y a desarrollar en 1973.

- Además de ocho letras, ¿qué más tiene el flamenco?

- Eso de las ocho letras, es un título nada más. Es la paráfrasis de la canción infantil de "El nombre de María/ que cinco letras tiene...". El flamenco es un arte de transmisión oral, forjado de muchos materiales de acarreo y derribo, que cambian de mano. Es un producto del olvido, potente agente creador, de la heterodoxia, profundamente fundadora, de la venerabilidad y respeto de que gozaron ciertos varones y mujeres en determinados círculos y que fueron dejando una enorme cantidad de formas, que se fijaron con el tiempo. Hay que desengañarse. Todo tiene origen español, con algunas incorporaciones negroides. Su solar natal, como dijo Federico García Lorca en el año 1935: "De Jerez a Cádiz, diez familias de la más pura casta, guardan con avaricia la gloriosa tradición de lo flamenco".

- ¿Qué rumbo llevan los estudios sobre el flamenco?

- Frente al empirismo y el capricho, las falsas tradiciones, los testimonios interesados de tal o cual viejecito, se ha impuesto, y me impuse, desde hace muchos años, un buen trabajo de campo, imposible de hacer hoy, llenarme de polvo en los archivos, lecturas diversísimas, y, sobre todo, métodos científicos. Pueden contarse, con los dedos de una mano los estudiosos serios que van luchando contra viento y marea, frente a gentes que han dejado fijados como dogmas, sus peregrinas y gratuitas opiniones. José Blas Vega y yo mismo, Faustino Núñez, los Soler, Gerhard Steingress , José Luis Ortiz Nuevo y alguno más, han tratado con seriedad este fenómeno. Hay que desconfiar de estudios que se están propiciando desde las universidades. Sus autores no han podido hacer trabajo de campo serio, sencillamente porque no están vivos los materiales, no los hay o son muy escasos, y dotan de aparente seriedad algo que puede motejarse.

- ¿Qué futuro augura al flamenco?

- El flamenco es un fenómeno tradicional, que procede de cuatro o cinco casas cantaoras. Actualmente lo que se canta son 'temitas' de autor, que se han subido al prestigioso remolque de lo flamenco para tener cabida y poner la mano en la Sociedad General de Autores. Es cierto que ha habido etapas críticas y que lo que ha estado soterrado vuelve a relucir otra vez. Esperemos que cuando se redescubra el flamenco, no sea muy tarde. Pero eso ha ocurrido siempre. Esas grandes casas cantaoras que hubo o han desaparecido o están a punto. Sus vástagos actuales han dilapidado o están dilapidando las herencias recibidas. Quien quiere cantar se sobra y se basta con mimetizar un disco de esos años.

- Pero ¿es que el flamenco no puede evolucionar?

- El flamenco ha sido siempre un arte vivo, en continua evolución, en el que se han incorporado elementos tradicionales que se han tradicionalizado, nuevamente, por otro cauce expresivo . Tiene en sí mismo sus propios mecanismos y resortes que garantizarían su supervivencia. Siempre que se ejecuta es distinto. Cada acto cantaor es uno y efímero, irrepetible, pero es el mismo. Las verdaderas casas cantaoras tienen sus propios principios amasados de años. Frente al 'artisteo', todavía quedan los del llamado 'sector intimista' del cante que, pueden ser el futuro. Dejémoslos estar. Pero denunciemos lo otro.

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