Análisis

Juan Luis Vega

¿Debe evolucionar el flamenco?

A la salida de la función del Teatro y casi al final de la desastrada calle Medina, antes de llegar a la de Mariñíguez, se halla la bodega "El Cuadro" y es un estupendo lugar para estacionar tu coche, porque cuando vuelves encuentras un aroma indescriptible de soleras buenas de amontillados y criaderas de más de un oloroso de ensueño. En cierta ocasión, olvidé cerrar la ventanilla y ese mismo e inconfundible aroma inundó el interior del auto durante varios días y parecía que conducía una nube de perfume, en lugar de un coche.

Y es que hay quien dice que "ya no huele a vino por las calles de Jerez", de la misma manera que hay quien opina que ya no se oye buen cante aquí, ni se ve un buen baile en Jerez de la Frontera. Eso expresaban en voz alta, por la angosta acera de calle Medina, un grupo de profesionales de este maravilloso arte que regresaban para Málaga, después de presenciar la actuación de Olga Pericet, en Villamarta, una representación deliciosa, pero muy moderna, desde luego. Criticaban que el espectáculo había sido un "bodrio" y que esperaban en Jerez, algo muy distinto, "cante jondo del bueno y baile por derecho". En un tono cordial les comenté, "señores, es que hay que evolucionar...". Entonces me dijeron de todo, que ellos eran bailaores, guitarristas y artistas que llevaban muchos años viviendo del flamenco y que nunca habían visto nada ni igual, ni parecido.

Seguramente, el problema era ese, que "no habían visto nunca nada igual", pese a que en Málaga tienen ya su propia Bienal, para no ser menos que Sevilla. Nunca habían presenciado nada parecido… Y entonces les dije amablemente, que si vienen a un Festival como el nuestro, encontrarán espectáculos "clásicos" buenos y otros también menos buenos y su vez, montajes "modernos" excelentes y otros que pueden aparentar ser un mamarracho, pero el que acababan de presenciar era lo mejor que podía verse en este momento del arte escénico, un flamenco actual y pensado exclusivamente para un teatro, y que ningún festival que se precie puede programar casi tres semanas de espectáculos con un mismo formato clásico, pues aburriría al personal que llegan del Japón y de muchas partes del mundo. Y lo que sería peor, que "el arte flamenco, en su vertiente escénica se quedaría estancado"; no progresaría, ni tampoco se fomentaría la necesaria evolución que debe perseguir todo artista y el mundo del Arte, en general.

No hay que tener miedo a la evolución ni al crecimiento creativo. El Gótico suplantó al Románico, que a su vez fue superado por el Renacimiento, que cayó vencido por el Barroco y no pasó nada. Y ello no quiere decir que el mundo no siga suspirando o sintiendo palpitaciones cada vez que visita las grandes iglesias góticas, pero en el siglo XXI es difícil que se construya una nueva catedral en ese estilo, ya superado. Lo mismo ocurre con la pintura y todas las bellas artes, que han evolucionado durante siglos, sin miedo a que Velázquez siga considerándose "el mejor pintor de la historia" y que hoy sean millones los que visitan El Prado para admirar su obra. Y si hablamos de otras expresiones como la música, si Mozart fue un revolucionario,¿porqué no va a evolucionar también el flamenco? No sólo puede, sino que debe moverse en todas sus formas y por supuesto en el baile y en las puestas en escena, sobre todo si se viene al Villamarta. Este, nuestro Villamarta, debe ser el motor de esa evolución del flamenco, que ha de adaptarse a los nuevos creativos, a las nuevas técnicas escénicas, como ha hecho ya la ópera y el ballet; ¿o es que alguien imagina hoy una ópera siempre clásica, con sus castillitos y vestuarios del siglo XIX? Si así fuera, moriría al poco tiempo.

Claro, por supuesto, el cante verdadero, el toque gitano, profundo y duradero de Manuel Morao no morirá nunca, como tampoco la voz eterna de Manuel Torre, ni el baile de Carmen Amaya, por cierto, otra revolucionaria. Siempre estarán ahí para poder oírlo, para sentirlo, como la pintura de Leonardo, como la música de Beethoven, como la catedral de Reims, o la misma Alhambra. Como también se admirarán la Sagrada Familia y el Guggenheim y tal vez, el baile fresco y novedoso de Olga Pericet o de Patricia Guerrero, mujeres flamencas e innovadoras del nuevo baile flamenco del siglo XXI.

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