Análisis

Juan Antonio Vital Santos

La iglesia y la crítica política

Sin renunciar jamás a la compresión teológica de la Iglesia, tampoco debemos perder de vista la obligación que tenemos de situarnos con una vocación al servicio general junto a otras organizaciones e instituciones. La modalidad en que la Iglesia propone su visión antes los problemas sociales y políticos que nos afectan de diversas formas es la acción magisterial llamada “Doctrina Social de la Iglesia”. Con esta modalidad la Iglesia ofrece de forma magisterial una contribución en la búsqueda de la verdad sobre el lugar que ocupa el hombre en el mundo y en la sociedad, escrutada por las civilizaciones y culturas en las que se expresa la sabiduría de la humanidad, orientado a construir un orden social, político, económico, cultural y ecológico justo y solidario, para todo ser humano, en el que la comunidad nacional e internacional pueda desarrollarse y vivir en paz. Así pues, la Doctrina Social de la Iglesia quiere fomentar un humanismo integral y solidario, fundamentado en el respeto a la dignidad de la persona, en el respeto a los derechos humanos y a los derechos de todos los pueblos.

Ante las inestabilidades políticas y la polarización que vivimos, ya sea a nivel nacional o internacional, es más necesario que nunca un conocimiento más profundo de esta doctrina por parte sobre todo de los católicos. Es muy penoso que muchos creyentes se dejen llevar por posiciones políticas de diferentes propuestas ideológicas, sin tener en cuenta la secular propuesta que hace la Iglesia. No es una cuestión de que la Iglesia asuma ningún tipo de poder político. El papel de la Iglesia ante la sociedad y sus conflictos es una propuesta que no suponga perder la sustancia distintiva como católicos, sino que su presencia sea inteligible y accesible para que la propia voz de la Iglesia esté siempre fundamentada y escuchada desde la Fe, para que proponga elementos que sean capaces de orientar tanto la existencia personal como colectiva. Por lo tanto, no podemos dejar que los partidos políticos con sus limitadas e interesadas ideologías sean los que nos marque de forma definitiva que es lo que tenemos que pensar, que tenemos que denunciar, y de esta forma cómo tenemos que vivir. Será, más bien al contrario.

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