Siempre me gustó la capacidad inventiva de un club como el Levante, un modelo a seguir fuera y dentro del campo. Fueron los primeros en defender su historia con una entidad como la fundación, que no sólo le sirvió para mejorar la economía del club, sino que le ha permitido una estabilidad en todos los aspectos. Tanto que de los 93 millones de euros que tenían en 2008 han pasado, en septiembre de 2016, a sólo 21 millones. Ellos sí creyeron en su club y lo han defendido con uñas y dientes hasta ir sacándolo a flote de gestiones financieras diabólicas. No ha sido la única iniciativa elogiable. Apostaron hace años por el fútbol femenino, introdujeron el deporte adaptado en sus categorías inferiores, y a nivel de márketing han destacado siempre por arriesgadas de enorme éxito. Ayer volvió a demostrar que es un modelo a seguir, sorprendiendo a los jugadores antes del partido con la presencia de sus padres en el campo, un detalle emotivo y ejemplar. Más de uno debería tomar nota.

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