La Plaza se cierra cuando no había dado tiempo casi a inaugurarla. El magacín de las tardes de La 1 se ha caído al cabo de dos semanas y RTVE replantea la parrilla cuando se esperaba que Jordi González se asentara en la franja. La cadena pública nunca debió renunciar a la marca España Directo que hubiera necesitado un refuerzo y un renovado en sus enfoques. El magacín que ha sido dado de baja era una apuesta por la producción de la casa.

La Plaza fue el último de los nuevos espacios vespertinos en estrenarse y se topó con que todas las cadenas principales, autonómicas incluidas, habían tenido la misma idea, algunas desde hace ya mucho tiempo. Ocupar la hora de la merienda en análisis, tertulia y conexiones. La Plaza y Jordi no venían a ofrecer nada nuevo. Incluso el presentador barcelonés no suscitaba interés por sí mismo en saber qué quería contarnos. Sí, hace ya más de treinta años ya se encontraba en un espacio parecido cuando había sólo un puñadito de cadenas, pero ni el efecto nostalgia ha servido de soporte. Jordi González llega tocado desde sus tiempos más nebulosos y respondones en Telecinco.

La dirección de RTVE quita rápidamente una pieza de la parrilla que no parecía convincente cuando todos los demás tienen puesto también el piloto rojo y además cuando era producción propia.

Las comparaciones se acentúan contemplando la fidelidad hacia La Promesa, que viene mareando a sus devotos con los cambios de horarios. RTVE no debería zarandear las cosas que funciona. Y de no ser por saturación de formatos parecidos, Jordi y su plaza no se merecían una cancelación tan precipitada. A RTVE le sienta mejor su papel de cadena paciente y que mira a medio plazo.

Programar no es ocupar contenidos a los huecos sino planear conceptos con un surtido de propuestas y acertar cada parcela en su mejor horario. Es cuestión de encauzar una tendencia al alza, La 1, pese a este tropiezo, parece ir en buen camino

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