Cuando Hernán Cortés llegó a Tenochtitlan, hoy Ciudad de Méjico, reinaba en aquellos pagos Su Muy Caníbal Majestad Moctezuma II. El español llegó con cuatro gatos y dos caballos. Gracias a que los aztecas tenían por costumbre, en vez de tomar té con pastas, merendarse a sus vecinos totonacas y tlaxcaltecas fue posible esa hazaña bélica en la que unos indios ingeridos derrotaron a otros indios que se los ingerían. La conquista de Méjico no fue de Hernán Cortes, aunque se llevara los laureles, sino de miles y miles de indios cansados de que se los comieran vivos.

Sea como fuere los españoles se instalaron en Mesoamérica y terminaron por hacer migas con los aztecas, eso sí, después de quitarles la fea costumbre de comerse al prójimo. Un hijo de Moctezuma, de nombre impronunciable –Tlacahuepantzin Yohualicahuacatzin– fue bautizado como Pedro de Moctezuma y un hijo de éste, como Diego Luis de Moctezuma que fue llevado a España por orden de Felipe II y casado con la noble española Francisca de la Cueva y Valenzuela, como prueba inequívoca de que los españoles menospreciaban a los aztecas. Felipe IV concedió al primogénito de este matrimonio el título de Conde de Moctezuma en 1624, en prueba del mismo desprecio.

El II Conde de Moctezuma tuvo un hijo ilegítimo, cosa frecuente en la época, llamado Pedro Manuel Moctezuma y la Cueva de Torres. Y su nieta Bernarda de Moctezuma y Salcedo se casó con Pedro Morejón-Girón y Ahumada, de los Girón de toda la vida de Dios. Un nieto de este matrimonio fue Pedro Agustín Girón de las Casas, I Duque de Ahumada. Y su hijo, Francisco José Girón Ezpeleta, II Duque de Ahumada y undécima generación de los descendientes de Moctezuma –Emperador Azteca–, fue el creador de la Guardia Civil

De donde se infiere y se deduce que España despreció, aniquiló y exterminó al pueblo azteca.