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Línea de fondo

Santiago Cordero

Santiago.cordero@jerez.es

¡Valiente Valentín!

San Valentín, el cajero

EN el nombre del amor se cometen tropelías y barbaridades fuera de toda lógica, de hecho, es bastante común, desgraciadamente “la he matado porque la amaba” y es que el amor, a lo largo de los siglos se ha desvirtuado hasta convertirse en una posesión.

De ahí que fueran unos grandes almacenes de mediados del siglo XX, Galerías Preciados, quien definió la festividad del amor, San Valentín, para cubrir el expediente productivo el soso mes de febrero y hacer caja. El tal Valentín era un nuevo tipo de cajero emocional.

Este amor con precio y envoltorio es el mismo que vemos una y otra vez en el mundo del deporte, sobre todo en los deportes donde está la pasta. Siempre existirá un Figo capaz de besar el escudo del Barça con todo su alma y poco después el escudo del Real Madrid con más amor si cabe. Entre el primer amor, el desenamoramiento y el segundo amor solo hubo un porrón de millones, entonces de pesetas, que engrosaron la cuenta corriente del enamoradizo Figo.

Pero quizás el caso paradigmático reciente más conocido es el de Álvaro Morata, este en la escala de cupido podría ser considerado el máximo exponente del espécimen denominado picaflor. Siempre enamorado hasta el tuétano, siempre enamorado de la flor en que se pose. El Real Madrid fue el club de su vida, como lo ha sido el Atlético de Madrid o el Chelsea o la Juventus de Turín. Donde quiera que vaya siempre muestra su amor hasta que la muerte, perdón, hasta que un nuevo fichaje los separe.

Pero esto es lo que tiene el amor, siempre deseado, añorado, buscado y pocas veces encontrado, entre otras cosas porque siempre buscamos un amor adaptado a nuestros intereses. Si luego, sea cual sea la circunstancia, consideramos que no has fallado, traicionado, no pasa nada, lo tiramos a la basura y por supuesto aireamos a los cuatro vientos lo malo que fue.

Si no, miren las camisetas quemadas de jugadores por cambiarse de club. Pero lo peor de estos amores para toda la vida es cuando tu pareja envejece, o tu club tiene achaques y decides que es el momento de cambiar, que ya no te ofrece las satisfacciones que antaño. Llegado el caso siempre encontraremos una excusa socialmente aceptada para dejar a tu pareja en una residencia o cambiarte de club sin cargo de conciencia alguna. ¡Aquí paz y después gloria! Son cosas de amor y de este ¡Valiente Valentín!.

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