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Los seis mayores bancos de España han declarado unos beneficios en operaciones nacionales de 5.863 millones de euros, lo que supone un 31% más que el ejercicio anterior.

Mientras tanto, con la inflación en un 9%, los salarios solo han subido un 2,61%. La realidad es que cada vez hay más gente que sufre. El invierno se presenta duro y muchos pensarán: "prefiero el verano porque así solo tengo hambre", que decía Cándida en la película homónima de G. Fesser. Hará falta mucha solidaridad y ayudas sociales para evitar que la desesperación y la rabia justificada se instalen entre nosotros.

Pero las ayudas hay que financiarlas. Por eso el gobierno plantea que bancos y eléctricas - pobrecitos - paguen un impuesto especial durante 2023 y 2024 con la prohibición expresa de repercutirlo en el consumidor. Naturalmente, su reacción ha sido: ¿cómo un gobierno socialcomunista va a tocar los sagrados beneficios? Pero también ha hablado De Guindos, Luis, vicepresidente del Banco Central Europeo, que con un lenguaje sibilino y fariseo ha dicho que "la solvencia de los bancos no puede verse afectada y que cómo se va a controlar que no se repercuta en los clientes". Parece mentira: Con los beneficios declarados por los bancos, ¿les va a afectar ese churrimpuesto? Y en cuanto al control de la norma, ¿para qué están los inspectores de hacienda? Si les dejan actuar, claro ¿o los bancos tienen bula?

Luis, Sr. de Guindos, es un personaje peculiar. Fue ministro de economía con Rajoy - cuando el rescate bancario que no nos iba a costar un céntimo - y, antes, había sido Director para España y Portugal de la banca Lehman Brothers hasta su quiebra, que marcó el punto álgido de la crisis financiera de 2008. Con ese curriculum, menos mal que sus informes no son vinculantes. ¡Ay las puertas giratorias! En los dos sentidos.

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