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Alfa: De haber sido Jenócrates coetáneo de nuestros días, y habitante de Jerez, de seguro asistiría semanalmente al ciclo de conferencias organizadas por la Hermandad de la Amargura. Y no lo digo a humo de pajas ni en tanto el autor de ‘Sobre el arte de reinar’ fuese hasta su muerte director de la Academia platónica, sino por su teoría al respecto de “lo uno y lo múltiple”. Siempre existe una Hermandad -en cualquier localidad de nuestro sur del Sur- que descolla por una programación cultural de altura académica. Una Hermandad -o un conjunto de éstas: siempre habas contadas- que se sale(n) de los márgenes de las temáticas manidas -y por veces demasiado repetitivas- para lustrar e ilustrar ponencias y mesas redondas. A veces en las hermandades nos olvidamos de la transversalidad y de la multiculturalidad. Nada digamos de la modernidad, en cuanto -ya digo- a la elección de ciertos análisis conforme a asuntos de presente de indicativo -siempre bajo el arco del humanismo cristiano- y cuyo desarrollo bien podría ofrecerse como servicio social, como servicio para todo target de público, como servicio público. ¿Han adquirido las cofradías el espíritu de cuanto hoy día en el mundo empresarial se conoce -y se reconoce como valor de marca- bajo la denominación de Responsabilidad Social Corporativa? Es interrogante que acaso sirva de tertulia para una próxima edición del exitoso ciclo ‘Otoño cofrade’ organizado por el Consejo de la Unión de Hermandades. Por cierto: el debate sobre el Cecop, el pasado viernes en el salón San Juan Pablo II, del obispado de Jerez, supuso otra lección práctica de formación muy útil para dirigentes cofrades, léase singularmente diputados mayores de gobierno.
La Hermandad de la Amargura constituye estos días -jueves a jueves- un Aula de Cultura de altos vuelos que haría las delicias de cualquier estudiante de Ciencias Políticas. O de un máster de Periodismo. O de un profesor universitario de Teología. Es un poner. No existe en este II Ciclo de Conferencias ninguna “inmisericorde proclividad a la inconsciencia”, como cantara el poeta. Sino más bien una decidida voluntad de concienciación cristiana sobre las cuestiones morales de nuestro tiempo. ¡A ver quién empata! Esta propuesta -que coordina Enrique Víctor de Mora Quirós, persona culta donde las haya- cuenta con ponentes de una intelectualidad manifiesta y de una especialización y dominio de la materia fuera de toda sistemática discusión. Cuanto este pasado jueves expuso José Alejandro del Valle Gálvez, catedrático de Derecho Internacional Público de la Universidad de Cádiz -y titular de la Cátedra Jean Monnet- no sólo dejó perplejos a los allí congregados sino que también avivó -y de qué instructiva manera- el turno de preguntas. Sé que la defensa de la cultura del hermano mayor de la Amargura, Alejandro Aguilar, y su aperturismo a colaboraciones tan sumamente interesantes como la de Enrique Víctor han contribuido a que el ciclo alcance este -vox populi- prestigio -cuyo nivel merece la pena mantener para años sucesivos-. Me consta -no puedo adelantar nada- que la Hermandad de la Amargura aportará, mientras tanto, otros guiños culturales. En ello van al galope, con un determinismo y decisión tal Judá Ben-Hur -hijo de Hithamar- en la carrera de cuadrigas. ¿Verdad que sí, Daniel Barba?
Beta: Sin cambiar de tercio en cuanto a cultura de orden mayor se trata, recomiendo la sesión pública que este próximo martes, a las 19.30 horas, convoca -de libre acceso hasta completar aforo- la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras, que preside Juan Salido Freyre. Enmarcada en su tradicional ciclo ‘Medicina y Sociedad’, Ángel Estella García -jefe de sección de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital de Jerez y presidente del Comité de Bioética de dicho hospital- abordará la ‘Humanización de los cuidados al final de la vida en el paciente crítico’. ¿Quién no puede mostrarse sensibilizado con este particular? La Academia, así como el pasado martes con la denominada enfermedad del siglo XXI -la ansiedad, esa dama siempre al abordaje- en la voz del doctor Juan Sánchez Sevilla, de nuevo nos ofrece una consulta abierta que, por descontado, no tiene precio. Esto se llama hacer sociedad. Se nota a leguas que en el diseño de este ciclo han intervenido personas “ricas en saber y en vida”, como de Ulises escribió Kavafis. ¡Enhorabuena a nuestra Academia!
Gamma: Antonio Machado -el de la fuente y las cuatro acacias en flor- escribió: “Hora es de recordar / las palabras viejas / que han de volver a sonar”. De esto departimos por largo, esta pasada semana, un numeroso grupo de amigos al calor de “cuán exquisita” sopa de tomate cuyo sabor convocó, de paso, a los hados favorables. El apotegma machadiano dio para mucho -pese a que ninguno de los contertulios tuvimos jamás vocación de caballo de Troya-. Ni estuvimos solos, como don Quijote, ni aislados, como Robinson. Disfruten de este lunes que Dios -siempre misericordioso- nos regala.
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