Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Cuarto de Muestras

Baile en las dunas

No te lo traigas que no nos interesa que nos vean juntos

No me pregunten en qué playa estoy. No pienso decirlo porque lo que aquí pasa sólo pasa aquí. Me vengo de ejercicios espirituales, pero no hay manera. Tengo que seguirles contando lo del otro día porque esta playa parece la Carrera de San Jerónimo sin leones, al menos de momento.

No puedo evitar poner la oreja a lo que dicen a mí alrededor, sobre todo, si tengo a medio gobierno en funciones en la sombrilla de al lado. Al mismo Pedro Sánchez, con sus gafas de sol ocultando la mirada, que le decía a alguien una y otra vez: “No te lo traigas que no nos interesa que nos vean juntos. Distráelo. Eso, eso, baila con él. Esta tarde me voy en el Falcon para La Mareta, que aquí no dejáis vivir a nadie. Ya, ya me irás contando cómo va todo”. No pasaron ni dos minutos cuando pude saber con quién hablaba, porque el propio Sánchez dijo contrariado: “Otra vez Iceta, no le cojo el teléfono”.

Aprovechando que Yolanda se iba al chiringuito a cambiarse de bikini por cuarta vez y que todos jugaban animadamente al bingo con Rufián (quien no entienda esto que lea mi artículo de la semana pasada) me fui a dar un paseo por la orilla. Las niñas Ione e Irene habían enterrado en la arena a un señor del que sólo sobresalía una coleta a la que regaban una y otra vez con el cubito y peinaban con el rastrillo como cumpliendo una promesa. Cuando llevaba unos veinte minutos andando me llegó una música que venía de unos altavoces colocados sobre dos toallas cerca de las dunas. Primero pude identificar la canción, Warterloo de Abba, después, el baile de Iceta, que es el típico baile de los gorditos, pero más loco, más chistoso, con más seny. Al lado tenía a alguien que no lograba identificar así que, decidí acercarme disimuladamente. Tenía una especie de barretina de paja tapándole su flequillo canoso y en cuanto le vi su mirada despistada confirmé que era Puigdemont. Entre baile y baile, Iceta le decía: “Habla conmigo, que Salvador Illa es un triste. Yo lo arreglo todo, todo y todo” mientras el cuerpo se le iba con el son del No culpes a la noche, no culpes a la playa…

Cuando inicié el camino de vuelta para tomarme mi fino con hielo, me encontré con Fernando Simón, al que no pude evitar preguntarle por su pronóstico científico como experto en alertas sanitarias. Me contestó sin dudarlo: “En quince días tenemos gobierno”. Me dejo de lo más tranquila. Continuará.

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