Tierra de Nadie

Alberto Núñez Seoane

Camioneros

Antes les llamábamos así: camioneros. Gentes de bien que vivían en precarias carreteras, sin seguridad, sin atención, sin coberturas… en condiciones inimaginables hoy.

Siendo aún niño, en los viajes que desde Jerez a Betanzos, en La Coruña, hacíamos cada año, con papá al volante de su Opel Capitán, primero, y de su Simca Arianne, después, para pasar el verano con los abuelos, sin autovías, por carreteras estrechas, llenas de baches, sin arcenes, sin apenas estaciones de servicio ni muchos de los puentes con los que ahora contamos, sin servicio de asistencia ni las coberturas de las que hoy disponemos, los camioneros estaban ahí. Se detenían cuándo veían tu coche parado, para ver qué pasaba y echar una mano en lo que menester fuese: ayudar cambiar una rueda pinchada -inevitable, en aquellos tiempos-, reparar una avería, ir a dar el aviso al taller más cercano… eran ‘los caballeros de la ruta’, así les llamábamos, y no sin razón.

Eran, y lo siguen siendo, trabajadores de raza, obreros del volante: muchas horas en el tajo, mucho tiempo lejos de casa, mucho riesgo en cada momento, mucha dureza en su trabajo, muchas preocupaciones por pillar un porte para facturar y llevar un sueldo a casa, pagar la letra del camión, atender a las averías, educar a los hijos… ¡tela!

Tenemos un gobierno socialista y comunista, en teoría un gobierno de ‘izquierdas’, pero que no es de izquierda: la ideología comunista y el ideario original del socialismo -los cito por orden cronológico histórico de aparición- quedan muy lejos de lo que tanto unos como otros son y representan. Lo de ‘comunistas’ y ‘socialistas’, aquí y ahora, son simples etiquetas que se cuelgan -salvo escasísimas excepciones- los más espabilaos de la clase, un instrumento, que utilizan, como otro cualquiera, para llegar a dónde no les pueden llevar los talentos de los que carecen. Un gobierno en el que PSOE de Pedro Sánchez -lo que queda del PSOE después de lo que Sánchez está haciendo con él- ha colocado a cinco ministros comunistas, sólo para asegurarse el apoyo que le garantice seguir en La Moncloa. Lo podía haber hecho por convicción, ¡pero no!; lo podía haber hecho por afinidad ideológica, ¡pero no!, lo podía haber hecho por aunar fuerzas en la lucha en favor de los más desfavorecidos, ¡pero tampoco!; sólo por interés personal.

Con un gobierno de izquierdas, o con un gobierno de derechas, o de centro, o de centro escorado al lado que ustedes prefieran, en resumen: con cualquier gobierno sensible a los problemas graves de la ciudadanía -se supone, es lo que nos quieren vender, que los de izquierda están más por esa labor…- el conflicto que ha surgido por la insostenible situación que viven los camioneros, los que ahora llamamos ‘transportistas’ de a pie, hubiese encontrado una solución mucho antes de haber llegado hasta dónde estamos, antes de dejar sin ingresos a estos trabajadores, sin género a los pequeños comercios, sin suministros a los autónomos, sin mercancías a las pequeñas empresas, sin futuro a muchas familias, antes de haber provocado el colapso que están provocando en la economía nacional, en el peor de los escenarios posibles.

Una ‘menestra’, la de transportes -no recuerdo cómo se llama, ni quiero entretenerme en averiguarlo tampoco-, colocada en el Consejo para cumplir con la ‘cuota’ que le exigía el PSC, una señora sin la menor idea de transporte ni de nada que se le aproxime, una prepotente, engreída y vanidosa a la que le viene muuuuuy grande el puesto, una señora que, a la hora de demostrar cómo se gana el sueldazo, las dietas, los extras y los privilegios de los que goza, a costa del dinero que todos le pagamos con nuestros impuestos, ha dejado patente y claro que no vale, en absoluto, para estar dónde la pusieron. Si tuviese la dignidad de la que carece, se iría, pero claro… si la tuviese tampoco habría aceptado sentar su culo en un sillón que, por falta de capacidad, diligencia y méritos, no le corresponde.

Los camioneros no piden subvenciones -a lo mejor ese es el error, seguro que si pidiesen una a cualquiera de los ‘menesterios’ inútiles, por su ineficacia no por el ámbito al que deberían dedicarse, que pagamos: Consumo, ‘Igualdad’, Transición ‘ecológica’, ‘Inclusión’ social, ‘Derechos’ sociales… se la dan sin más-, piden poder ganar un sueldo con su trabajo; los camioneros no piden limosna, exigen un salario digno; los camioneros no piden trato de favor, reclaman un trato justo; y nada de esto, según la ‘menestra’,- o el ‘gazpacho’, o el ‘salmorejo’, da igual… ‘pal caso…’- de Transportes, no merece, ni siquiera, sentarse a escucharlos: han tenido que pasar doce días de paro y comprobar que esa ‘minoría’ de la que ella habla, por lo visto más que mayoritaria, está paralizando toda la actividad económica de España, para que la muy estirada, con esa sonrisa hueca que luce ante las cámaras, se tragase su grosera altanería y aceptase, a regañadientes, convocar una reunión con la ‘minoría’ mayoritaria. Duró dos horas, no las doce que estuvo con la patronal, los camioneros no están para historietas, poses televisivas, zarandajas, politiqueos y falsas promesas: esto es lo que necesitamos para poder respirar, de lo demás hablamos luego, pero déjenos que respiremos: ¿sí o no?, ¡que no!, pues muy buenos días, ahí se queda usted, nosotros volvemos a la calle, a exigir lo que nunca se nos debió haber quitado.

No se puede trabajar por debajo de los costes que genera cualquier actividad. La libertad, el libre comercio y la competitividad son imprescindibles en cualquier democracia que se tenga por tal, pero debemos contar con normas y leyes para proteger al débil ante el más fuerte, para impedir atropellos y abusos, para garantizar el trabajo digno, lo dice nuestra Constitución.

Con la condena, absoluta, hacia los actos violentos que algunos piquetes han protagonizado -la violencia jamás, salvo en caso de legítima defensa, tiene excusa que la valide-: el mismo derecho tiene quien desee hacer huelga que el que quiera seguir trabajando, quede muy claro; me uno a la petición de dimisión de la ministra de Transporte y apoyo la concesión, urgente, de las medidas, más que justificadas, que piden los camioneros.

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