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La Junta de Andalucía organizó en Cádiz las I Jornadas Andaluzas Letras para la Concordia, dedicadas a Rafael Alberti y José María Pemán, justo el día después de la tragedia fratricida que habían montado Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso en Madrid. Los del PP andaluz están que se suben por las paredes, indignados con las intrigas desastrosas de sus compañeros madrileños. El presidente Juanma Moreno, que intervino el viernes, salió a dar capotazos y hablar de concordia en plena discordia, mirando al tendido y con garbo pinturero. La idea de estas jornadas es muy buena, aunque los que odian la concordia la hayan criticado.
La intención de la consejera de Cultura, Patricia del Pozo, no era encumbrar a Pemán metiendo de por medio a Alberti, como en la foto que les hizo Kiki, abrazados, cuando Alberti fue pregonero del Carnaval y Pemán salió de su casa a saludarlo. Pemán admiraba a Alberti como poeta, desde antes de la guerra, y en la posguerra intercambiaron varias cartas. Además de sus intentos para que volviera desde el exilio.
En estas jornadas intervinieron el director de la Real Academia de la Lengua Española, Santiago Muñoz Machado, Eva Díaz Pérez, Gonzalo Santonja, Ana Sofía Pérez Bustamante, Manuel Bustos, José Jurado, Manuel Francisco Reina, Antonio Jiménez Millán, Juan Lamillar, Enrique García-Máiquez, José Joaquín León y Remedios Sánchez, citados por orden de intervención. Personas de diferentes ideas. Cada uno y cada una dijo lo que le pareció oportuno.
Ni Pemán ni Alberti necesitan maquillaje. Pemán fue franquista en la guerra civil, pero sobre todo fue monárquico. En 1942, Don Juan de Borbón, en el Manifiesto de Ginebra, dijo: "Mi suprema ambición es la de ser el rey de una España en la cual todos los españoles, definitivamente reconciliados, podrán vivir en común". Esa es la monarquía que defendió Pemán en los últimos 40 años de su vida. Alberti fue comunista y republicano, apoyó a Stalin, y no se opuso a las invasiones soviéticas de Hungría y Checoslovaquia, pero volvió del exilio con la mano abierta.
Antonio Burgos escribió en la revista Época, en 1999, un memorable artículo, titulado San Alberti y el demonio Pemán, en el que decía que a Alberti se le perdonó todo y a Pemán nada. Creo que sobre los dos se ha esparcido un barniz manipulador. Pero el agravio de los últimos años a Pemán es asqueroso e intolerable. La concordia molesta a los resentidos que están enfurruñados por el odio. El odio es malo, incluso para la salud. Puede causar enfermedades psicosomáticas y desastres varios.
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