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Cuidado con el 2024

Lo que se ve en casi todas partes es una acusada tendencia a la inestabilidad política y a la polarización

Estamos tan absorbidos desde hace meses por las consecuencias de lo votado, por el último movimiento de Sánchez y el paradero de la bolita que se nos oculta, que prestamos poca atención a lo que pasa ahí fuera. Ese ensimismamiento de los españoles ha generado a menudo un convencimiento en nuestra “singularidad” que en absoluto responde a la realidad. No son pocos los historiadores y ensayistas que también han sucumbido a él, viendo fantasmas familiares y defectos atávicos de nuestra nación que no son sino el reflejo de modas, corrientes o procesos de alcance mucho más amplio y compartido. Es saludable, por tanto, mantenerse alerta de lo que pasa en y por el mundo.

Y lo que se ve en casi todas partes es una acusada tendencia a la inestabilidad política y una polarización creciente entre los ciudadanos. Haciendo un somero repaso de los países que más pueden influirnos, Francia se interna en la segunda mitad de la actual presidencia de Macron con un sentimiento de incapacidad y bloqueo, y en medio de una nueva crisis gubernamental; Gran Bretaña y Alemania, con Gobiernos conservador y de centroizquierda respectivamente, auguran cambios muy potentes hacia izquierda y derecha según todos los sondeos. En Polonia acaba de perder las elecciones Ley y Justicia, partido derechista que hasta hace no mucho parecía imbatible. Más cerca, también Portugal arroja encuestas que anuncian una sonora derrota del gobernante Partido Socialista. Holanda, Irlanda o Suecia tienen ante sí panoramas bastante dudosos. En toda Europa occidental, sólo Georgia Meloni mantiene un liderazgo sólido y con buenas perspectivas de futuro. ¡Quién lo iba a decir! Con este horizonte, las elecciones europeas de mayo pueden dar enormes sorpresas.

Al otro lado del charco, tras la sorpresa de un Milei capaz de acabar con décadas de peronismo en el poder, muchos contienen la respiración ante un más que posible nuevo mandato de Donald Trump, más la caída irrefrenable del canadiense Trudeau, el eterno niño bonito de la izquierda caviar, hoy meramente woke. ¿Cambio de ciclo? Hay mucho en juego.

Regresemos a España. También la inestabilidad, no sólo la desvergüenza, es la nota dominante, con una mayoría sostenida a base de cesiones y dinero. La inestabilidad se extiende aquí a todas las grandes instituciones, golpeadas o abrasadas por el sanchismo. ¿Acaso alguien puede saber qué puede pasar en España en un año? Pues eso.

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