Rosana Sáez

No más Diegos

Con lápiz y papel

19 de octubre 2016 - 01:00

EL pasado 14 de octubre se cumplió un año de la muerte de Diego, el pequeño de 11 años que presuntamente se suicidó por sufrir acoso escolar. Ese día solo algunos columnistas se hicieron eco de la triste noticia, que semanas después quedó en el olvido. Tres meses más tarde, unos padres luchadores, tuvieron el valor de enfrentarse al dolor de hacer pública la carta que el pequeño les dejó, mostrándoles su amor y su deseo de no volver nunca más a su colegio. La imagen de esos padres en una cadena de televisión privada, manteniendo la serenidad por el inmenso amor a un hijo intachable, sirvió para que se aprobara de forma inmediata un Plan Estratégico de Convivencia Escolar. Aunque el caso fue reabierto tras la presión mediática, poco después se archivó de nuevo y ya nada más supimos de Diego. Casualmente, mientras escribo esta columna, escucho en una emisora nacional el testimonio desgarrador de la madre de Alejandro, un niño de 12 años que está sedado en su casa para que no cometa una locura, pues quiere morir tras sufrir una paliza en el colegio después de meses de acoso. Horas después en televisión otros padres de una niña de 14 años piden auxilio de forma desesperada. Todo ello, después de ver las dolorosas imágenes de una pequeña de ocho años en el hospital por una brutal paliza en el recreo. Desgraciadamente, los datos del acoso escolar en nuestro país son alarmantes, un 81% de los escolares dice estar preocupado por esta forma de maltrato y, lo que es aún más preocupante, uno de cada cuatro lo ha sufrido alguna vez en las aulas. Se podría enumerar una larga lista de medidas para erradicar esta lacra social, aunque todas ellas deben sustentarse sobre la base de la Formación y Educación en valores. Curiosamente, según los estudios, en el perfil del niño acosador suele predominar la falta de diálogo con los progenitores. De momento, la denuncia de los padres de Diego ha permitido poner en marcha un Plan que debe cumplirse y aplicarse a rajatabla. Escuchaba el otro día a un profesor enseñar a sus alumnos la diferencia entre ser honestos y ser chivatos. La honestidad es denunciar cualquier daño a un compañero. Gran consejo.

stats