Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Que hablen los otros, qué error
Un día en la vida
La ocasión es propicia para un Gobierno. Tratándose del poder, todo no es suficiente. Éste, el que preside Sánchez, lo ve así. O al menos algunos de sus más fieles servidores. Se apela a una situación de emergencia nacional, al estado de alarma -a veces tiene la atmósfera de uno de excepción-, y con él se intenta levantar, justificándolo, un muro con el que blindar la acción gubernamental, sea esta la que sea y se ejecute como se ejecute, parapetándola frente al examen, la fiscalización y la crítica naturales en cualquier democracia que se precie. Lo que en principio son veleidades, nunca del todo ocultas, de un Gobierno por tenerlo todo bajo control mientras él no está sujeto a ninguno, dejan de serlo y toman cuerpo mediante un decretazo que impone una norma más propia de un régimen totalitario que de un sistema parlamentario. La trampa está en que se aplica apelando al interés general, cuando hay que estar ciego para no ver que sólo se persigue el propio.
La pregunta del CIS -en este país y a estas alturas- sobre si se debe restringir la libertad de información en esta coyuntura no es un desliz. Su elaboración y planteamiento demuestran que un disparate también se pergeña. Y con un objetivo claro. Inquirió el CIS a sus encuestados si "en estos momentos habría que prohibir la difusión de bulos e informaciones engañosas y poco fundamentadas por las redes y los medios de comunicación". Hay una torpeza de entrada: "en estos momentos". Cuando pase la pandemia propondré a mi director que nos dediquemos a publicar mentiras y falsedades a espuertas. Porque serán "otros momentos" en los que sí podrá hacerse. Y a continuación se pedía al sondeado su opinión sobre si no sería conveniente que toda la información sobre la pandemia quedase en manos de "fuentes oficiales".
¿Y qué cuentan a los ciudadanos las fuentes oficiales? ¿Qué responden las fuentes oficiales cuando se les interroga? ¿No prefieren las fuentes oficiales ruedas de prensa de bustos parlantes en las que no se admiten preguntas ? ¿Las fuentes oficiales no emiten comunicados que no dicen más que lo que quieren decir las fuentes oficiales? ¿Son las fuentes oficiales las más idóneas para combatir la infodemia de estos días? ¿Toda la verdad y nada más que la verdad está en las fuentes oficiales? ¿La única realidad es la de las fuentes oficiales? ¿Y si es así, por qué me suena todo eso a dictadura?
También te puede interesar
Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Que hablen los otros, qué error
El balcón
Ignacio Martínez
Sin cordones sanitarios
Notas al margen
David Fernández
Los portavoces espantapájaros del Congreso
Descanso dominical
Javier Benítez
La botella de JB