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El otro día, en no sé qué cadena de televisión y en horario de máxima audiencia, se dedicaron algo así como dos horas a hablar de Franco. De Franco, sí, el dictador a quien sus fieles llamaban El Caudillo. Me quedé turulato. Los que tuvimos que sufrir en vida a Franco -yo tenía 18 años cuando murió-, y por lo tanto tuvimos que soportar resignadamente las horas y horas de ridículas filmaciones oficiales que glosaban su vida y milagros (la pesca de salmones, la entrada bajo palio en las catedrales), aspirábamos a vivir algún día en un mundo en el que Franco fuera un nombre casi olvidado. Y todos soñábamos con que sólo se le nombrara en ocasiones especiales, cuando alguien de la familia -abuelos, familiares lejanos- zanjase una anécdota familiar con una frase lapidaria de esas que los buenos narradores usan para cerrar una historia: "Eso fue en tiempos de Franco". Pero lo que ninguno de nosotros podía imaginar, 43 años después de su muerte, es que las cadenas de televisión iban a estar dándonos la turra con la figura de un dictador al que hoy sólo echan de menos unos cuantos friquis y unos cuantos amargados.

Franco se murió en la cama, pero suponiendo que lo hubiéramos derribado en una revolución, hacia 1970 o 1974, ¿qué habríamos hecho con él? ¿Lo habríamos fusilado? ¿O le habríamos dado garrote vil, como él hizo con muchos de sus condenados? Y de ser así, ¿habríamos televisado su ejecución? ¿O la habríamos montado en un lugar público, en la Plaza de Oriente, por ejemplo? Y también se me ocurren más preguntas. ¿Nos habríamos atrevido a ejecutar a un anciano? ¿O nos habría parecido una decisión bárbara, propia de un dictador sanguinario como él, pero impropia de los que soñábamos con derribar su dictadura? Y si fuera así, ¿le habríamos permitido emprender el camino del exilio, en tren, por ejemplo, llevándose el brazo incorrupto de Santa Teresa y los collares de perlas de su esposa, doña Carmen Polo de Franco?

Lo único que nos debería interesar de Franco es aprender a entender por qué se produjo la Guerra Civil y por qué apareció un personaje tan siniestro como él. ¿Por qué desaparecieron de escena los moderados y aparecieron los militarotes con instintos asesinos? ¿Qué hizo imposible el diálogo y el consenso? Lo demás, nos guste o no, no es más que propaganda. Sobre todo propaganda, mucha propaganda.

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