Alberto Núñez Seoane

¡¡Santiago y cierra España!!

Tierra de nadie

25 de julio 2016 - 01:00

IBA, escribiendo, a mitad del artículo de este lunes en el que ahora leen, cuando caí en la cuenta que se publicaría el 25 de julio, día de Santiago, patrón de España. Entonces guardé lo que había plasmado en el papel y abrí una página nueva, ésta que ahora tienen delante: no me podía olvidar de 'Santiago'.

'Santiago' siempre me ha caído bien, es un nombre que me encanta. No sé si será por los tebeos -'El Capitán Trueno' y 'El Guerrero del Antifaz', entre otros- que devoraba cuando era un chaval, en los que sus protagonistas, siempre al grito de ¡¡'Santiago y cierra España'!!, la emprendían a mamporros contra villanos, piratas y bellacos varios… probablemente. El caso es que, como les decía, es un nombre que me chifla, la expresión, también.

El 'grito' se utiliza desde la batalla de 'Las Navas de Tolosa', en la que, a comienzos del siglo XIII, las tropas cristianas, muy inferiores en número, derrotaron heroicamente a los almohades. Con varias modificaciones en el transcurrir del tiempo -'Santiago, Cierra, España', o 'Santiago, y cierra España'-, siempre supuso un grito de pundonor, victoria y éxito, hasta que los 'frikis' de finales del XIX lo consideraron como algo peyorativo, cerril y cateto. Fue a partir de entonces, para huir de esta acepción, cuando se suprimieron las comas y tomó la forma que mantiene hasta hoy: ¡¡Santiago y cierra España!! En alusión al Santo, como patrón, a la Patria y al coraje para defenderla. Todo muy 'cutre', seguramente dirán los 'almohades' que hoy la pueblan…

Soy uno de los muchos que se sienten españoles; soy, uno de los muchos que, después de haber recorrido mundo y medio, se sigue sintiendo español; soy, uno de los muchos que, habiendo vivido gustoso en otras tierras y anhelar seguir conociendo y habitando las que aún no he pisado, me sigo sintiendo español. Pareciese que hubiera de pedir perdón por ello…

El mundo es hoy, como lo ha sido siempre, muy grande, por su variedad, y también es hoy un mundo muy pequeño, como no lo ha sido antes, por la facilidad de acceder a cualquiera de sus rincones. El respeto a la libertad individual obliga a aceptar la decisión de quien no se identifica con la tierra en la que se hizo hombre, o mujer; bien. Admitido esto, la opción es sencilla: ve, busca y cuando halles: medita, decide y elige; pero si no lo haces, y te quedas donde, por lo visto, no te gusta, lo asumes, y respetas a la tierra que te mantiene, y a los que allí viven porque así lo han, a mucha honra, querido.

Entiendo que puede haber muchos modos de 'sentir' la Patria, con probabilidad, tantos como humanos, y todos ellos aceptables, siempre que cumplan tres requisitos: ser sinceros, leales y, sobre todo, sobre todo, respetuosos. Lo que no entiendo, ni acepto -y no por no entenderlo si no por resultar del todo inasumible-, es que unos malnacidos -porque malnacido es el desagradecido- renieguen, abominen incluso, de la tierra que les sustenta y ampara, de las gentes que la habitan, de su Historia y sus tradiciones, de su cultura y costumbres, ¡eso, no!

España es una tierra 'grande', somos gente con raíces, con Historia por la que sentir orgullo, con tradición de la que estar satisfechos, con envidiable cultura, con experiencia ancestral, de recias y sabias costumbres… lo que nos hace gentes de futuro, si no lo ves, si no lo quieres ver, si así no lo sientes ¿a qué quedarte?, lo que es aún mucho peor ¿a qué quedarte parar destruir lo que otros muchos, con derecho, causa y razón, amamos?

Son estos, días de hogueras y vanidades, pero sucede que hoy no se utiliza el fuego para quemar, a modo de declaración de intenciones, todo aquello que incita al enaltecimiento exagerado de lo propio, al egoísmo, a la jactancia o la vanagloria excesiva -como hicieron los monjes en la Italia de 1497, cuando esta frase tuvo su origen-; hoy, los hijos bastardos de una España a la que no quieren, sólo pretenden usar el fuego para 'quemar' a quien grita "Santiago y cierra España", manteniendo a buen recaudo, sus vanidades, esas que asfixian la libertad, contaminan la democracia, estrangulan el poder, ahogan la cultura, pisotean la tradición, desprecian las costumbres y prostituyen la Historia, ¡eso, no!

stats