Tierra de nadie

Alberto Núñez Seoane

'Todas' se olvidan de ella

Es cinismo en un grado de pureza que raya la plenitud. Si la miseria moral se pudiese, de algún modo, medir, los que lo llevan pegado a su ADN llegarían a niveles tan insoportables como fuera de alcance para la imaginación de cualquier humano ajeno a su tribu. La hipocresía pidió excedencia cuando esta recua apareció en nuestras vidas, arrasando con cualquier vestigio de coherencia. Son una de las plagas que corroen los cimientos de cualquier intento de esperanza, el reverso tenebroso de la ética, vergüenza de lealtades enfangadas, oprobio de los valores que nos hacen personas, desvergüenza para la dignidad… pura óxido corrosivo en la estructura capaz de mantener la ética imprescindible, veneno en forma de insaciable carcoma para la construcción de un mundo, al que aspiramos, en el que pudiésemos soportarnos mejor, mirarnos de frente y no de reojo, hablar sin mentir… demasiado, confiar tu puerta al vecino, enclaustrar la traición, atemperar el rencor, anestesiar el odio. Con ellos… ¡imposible!

Con absoluto respeto a la presunción de inocencia, para ella y para todos, no quiero que nada de lo que voy a escribir se pueda interpretar como “condena”: ni soy quién para hacerlo, ni lo haría, aunque lo fuese, antes de que la imputada fuese juzgada y, en su caso, sentenciada por quien si tiene la facultad para hacerlo: la justicia. Lo que me descompone, enciende y rebela, el motivo de sentarme a contarles, con la compañía de estas letras, es la actitud de esta individua -que nadie, por favor, la llame “señora”-, la de los correligionarios del partido político al que pertenece: “Compromís”, la de quien con su silencio, otorga: el presidente del gobierno de la Comunidad de Valencia, y de toda la caterva de feministas de postura y boquilla. Todas se olvidan de ella.

En el desolador caso de esta individua que ha sido imputada, se da la circunstancia de que, en su día, cuando la triste protagonista no era ella sino un miembro de un partido de signo contrario al suyo, se mostró inflexible respecto a la obligación de dimitir que tiene un cargo público cando está imputado en un procedimiento judicial. Ahora, al recibir el aviso de la Justicia, la individua, en un alarde de coherencia personal y de lealtad inquebrantable a una moral que desconoce, en lugar de presentar su dimisión, aunque fuese temporal hasta conocer el resultado de la investigación en curso, dice que el problema es de España… Y se sigue olvidando de ella.

Sí, estimados lectores, si a ella la imputan es porque “España tiene un problema”, dice la muy desvergonzada. Y dice, también, que “todo es una confabulación de la extrema derecha contra mí”, y lo peor es que se queda tan ancha… y continúa su imperdonable olvido para con ella.

No es que España tenga un problema, individua, es que un juez de Instrucción, dos magistrados y la fiscalía, han encontrado indicios suficientes para imputarla en el supuesto encubrimiento de los abusos que su exmarido cometió con una niña, menor de edad, “tutelada” - ¡manda huevos! - por el gobierno de la Comunidad Valenciana del que usted, y este si es un problema para la Comunidad de Valencia y para España, es vicepresidenta. Usted, las gentes que le consienten su actitud, las que le aplauden y las que callan, son el verdadero problema que tiene España; además de mostrar, a quien quiera verla, la faceta más despreciable y repugnante de la política mal entendida, utilizada en propio beneficio, manipulada en favor de bajos y oscuros intereses y prostituida en pro de inconfesables intenciones o miserables frustraciones. Ni en sus ajetreados intestinos ni en el sentimiento del que carecen ni en la conciencia que desconocen hay lugar para el consuelo de los que sufren: se olvidan, lo saben hacer muy bien, de quien merece reparación, protección y justicia, que no son ustedes.

Ella era una niña, a saber cuánta desgracia tuvo que padecer hasta dar con sus maltrechos huesecitos en los servicios sociales de una Administración que debiera haberla cuidado, protegido y ayudado, si no era ya demasiado tarde, a intentar rehacer su vida para llegar a conocer un futuro al que tenía el mismo derecho que queremos y defendemos para nuestros hijos. A ella la maltrató el destino y las personas que la olvidaron, no supo de cariños, ni juguetes ni desvelos, sólo de las miserias de personas miserables. Le arrancaron su infancia, desollaron su esperanza, apalearon su ilusión. La dejaron sola en un mundo de sombras, perdida en un laberinto de alimañas, indefensa ante la degeneración y la crueldad de quien nunca la quiso, de quien borró el brillo de sus ojos de niña, de quien la olvidó en ese rincón oscuro al que nunca llega la alegría inocente que hace de los niños que fuimos las personas que queremos aspirar ser.

Se me queda la cara de tonto… esperando reacciones, muestras de condena, preguntas que exijan explicaciones… pero no llegan. Ni la cajera aventajada con residencia en Galapagar, ni sus compañeras y “compañeres”, feministas…, se dicen, y “feministes” “todes”, ni las responsables de todos los chiringuitos feminazis que se rasgan las vestiduras por un piropo, han dicho “esta boca es mía”. Ninguna de ellas ni “elles” han clamado por justicia para la única víctima de esta atrocidad: la que todos olvidan.

No te conozco, pero, de corazón, te pido que nos perdones, a todos los que no hemos hecho lo necesario para que no se diesen las circunstancias que te obligaron a sufrir lo que has tenido que padecer. Y pido reparación, para lo irreparable, a la Justicia que te dejó huérfana, exijo justicia, severa e inflexible, para una sociedad sucia, para quien te olvidó cuando debió quererte, para quien abusó de tu adolescencia, quebrada para siempre, para quien no hizo lo posible, todo lo posible, para salvarte de un calvario por el que jamás debiste haber pasado… Ojalá que no sea demasiado el olvido.

Tendrás siempre un lugar en mi recuerdo, te hablaré, sin saber quién eres, me preguntaré como te va, si pudiste recomponer parte de los mil pedazos en los que te rompieron. Ojalá que no se olvide tu olvido.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios