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En el principio fue Roldán. El mérito de romper el fuego de falsas titulaciones corresponde al PSOE. Quizás por la mala conciencia de su traición a los principios de la Institución Libre de Enseñanza, Giner de los Ríos y su sobrino Fernando. Roldán se hizo pasar por ingeniero industrial y licenciado en empresariales con un máster en economía. Desde entonces se estableció una competencia de ingenios entre el PSOE y el PP en lo de falsificar currículos, plagiar tesis, convertir bachilleres en licenciados, licenciados en doctores y cursos en másteres que implica a las más altas personalidades.
Antepenúltimo episodio, Noelia Núñez (PP) y sus tres currículos; penúltimo, Pilar Bernabé (PSOE), cuya licenciatura en Filología Hispánica y Comunicación Audiovisual ha sido corregida horas después de que se publicara que no acabó dichas carreras; último, José María Ángel (PSOE), quien cual Julio Verne anticipando futuros logró obtener en 1983 una titulación en Archivística y Biblioteconomía 13 años antes de que se creara esa carrera.
La primera y el tercero han dimitido de sus cargos. La segunda, no. Como la mayoría de la larga lista de falsificadores o plagiadores. En Alemania dimitieron un ministro de Defensa y una ministra de Educación tras descubrirse que plagiaron sus tesis. Pero esto es el desahogado sur en el que se podría cantar a lo Raffaela Carrà: “Tuve muchas experiencias / y he llegado a la conclusión / que perdida la inocencia / en el sur se falsifica mejor. / Para ser licenciado sin estudiar hay que venir al sur. / Para hacer bien una tesis iré donde me la copies tú. / Sin doctorado, / ¿quién se puede consolar? / Sin licenciatura / esta vida es infernal”.
¡Falsos títulos! Si el Marqués de las Cabriolas y el Conde de las Natillas viviesen en la España actual, en vez de crear Er 77 habrían intentado colarse en la Maestranza. Esta sigue siendo la España del vals del Caballero de Gracia de La Gran Vía. Canta el caballero: “Yo soy la crema del comm’il faut, / Soy lo más fino de todo Madrid. / Soy un milord, soy un dandy, / La nata y flor de lo gentil”. Le responde el coro: “¡Qué petulante, qué fanfarrón! ¡Qué fanfarrón, qué baladí!”. Se estrenó en 1886 como revista cómico-lírica, fantástico-callejera. No le va mal a nuestra clase política.
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