Francisco Bejarano

La carroza vacía

HABLANDO EN EL DESIERTO

12 de junio 2010 - 01:00

SI no condenan los impedimentos de Israel para que la mal llamada Flotilla de la Libertad arribara a Gaza, los homosexuales de Tel Aviv no podrán participar en la cabalgata madrileña del Día del Orgullo Gay, otra colonización norteamericana pagada por la potente industria pornográfica y sus mafias. Eso que ganan. La homosexualidad es una circunstancia personal que no debe ser motivo de orgullo ni de vergüenza y, por tanto, no cabe ni esconderla en la angustia ni pregonarla en un desfile grotesco. En cuanto a gay, es un eufemismo, más cursi que la señorita Adelina, tomado de la jerga de la delincuencia inglesa del siglo XVIII que implica prostitución y vida rufianesca. Los eufemismos no cambian nada, lo disimulan, lo ocultan en un armario distinto. Nadie va a tener mejor o peor consideración por ser llamado gay en lugar de homosexual. Estos progresistas acabarán con trastornos de la conducta por sus contradicciones.

Cambiándole la decoración, una cosa buena tiene la carroza vacía israelí: se le puede ofrecer a los mariquitas de Gaza e Irán, para que vengan a España a contarnos las excelencias de la tolerancia y la libertad que reinan en aquellas lueñes tierras y el espíritu progresista de sus autoridades para con las manías sexuales. El ministerio de Exteriores de la democracia israelí, siempre a la defensiva de la dictadura teocrática de Hamás en Gaza, le parece una contradicción moral, otra más, que una fiesta, por extravagante que sea, organizada para luchar contra la exclusión y la discriminación, excluya a un grupo por su nacionalidad o, lo que sería peor, por ser judíos. En Israel han pensado, con fundamento, que los mariquitas asociados y organizados madrileños no son muy progresistas. No deben serlo cuando apoyan regímenes que persiguen y ahorcan en la plaza pública a los homosexuales. La esquizofrénica progresía española se debate entre la mojigatería y las multinacionales del sexo.

La homosexualidad, como la heterosexualidad, no es monolítica ni tiene por qué terminar con la mente cuadriculada como un zerolo cualquiera. Hay de todo: eminencias, grandes de España, personas discretas y sin tormento, gente de vil condición, tontos y listos, talentos indiscutibles y solemnes majaderos, creyentes y ateos, incluso progresistas con tendencias totalitarias que organizan cabalgatas de colores. Además de esto, la homosexualidad no obsta para amar la tierra propia y defenderla de quienes quieren borrarla del mapa. Es de bien nacidos negarse a condenar a su país porque lo pida un grupo de tontainas malintencionados que no quiere saber la diferencia de trato a los homosexuales en Israel y en Gaza o Irán, y que con recibir subsidios de los antisemitas de España y montarse en una carroza para hacer el ganso creen contribuir al progreso del mundo.

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