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Jerez íntimo

Marco Antonio Velo

marcoantoniovelo@gmail.com

Cuaresma en la marca Jerez

La Cuaresma también nos brinda un potencial turismo de sensaciones.

La Cuaresma también nos brinda un potencial turismo de sensaciones.

La ciudad clarea por su margen derecho. Subsiste el anhelo de los mediodías primaverales. Fitur ha sacado a flote la nombradía de cuanto en marketing se denomina valor de marca. Se trata de un aserto y un acierto de veras interesante: la marca Jerez. El brand equity. Sería necesaria la descripción en negro sobre blanco a propósito de su génesis y su exégesis. Un documento base, un documento tipo, un documento marco para abocetar y desarrollar qué entendemos por marca Jerez. No sólo en su ideograma sino también en el potencial descriptivo de sus hechos diferenciales, de su sustancia material e inmaterial. Un dossier de cuerpo entero. Un texto referencial. Su redacción puede asignarse a una comisión cuyos integrantes conozcan de sobras las fortalezas y las oportunidades de la idiosincrasia jerezana. En la marca Jerez cabe por descontado tradiciones como unidades productivas de cara a la atracción turística. El turismo gana enteros. El turismo emocional, el turismo de sensaciones, el turismo de experiencias. Aludimos a un concepto personalizado donde la satisfacción y el contento del turista constituye el único fin. Hoy quiero detenerme en una propuesta que puede trabajarse además a nivel provincial. La Cuaresma como imán turístico.

Hace ya la friolera de nueve años tuve la ocasión de participar activamente en la coorganización de un encuentro provincial bajo el título genérico de Turismo, Cuaresma y Semana Santa. Sus ponencias y mesas redondas pivotaron sobre una serie de cuestiones, de interrogantes, que planteaban el desglose de partida. Preguntas como las siguientes: ¿Verdaderamente se potencia y se optimiza y aprovecha a ultranza la Cuaresma, los albores de primavera, el así denominado tiempo de vísperas de la Semana Santa, en su enfoque multidisciplinar, como auténtico referente turístico? ¿Ofrecen las localidades de la provincia de Cádiz un exhaustivo Plan Turístico elaborado a conciencia circunscrito a los anchurosos y amplísimos y variados atractivos de la Cuaresma? ¿A través del turismo cultural y religioso podemos también fomentar la evangelización de nuestra sociedad –propia y foránea- pero en cualquier caso ajena a las gloriosas costumbres cofradieras? ¿Deben los hoteles de la ciudad organizar sus propias programaciones culturales-cofradieras durante la Cuaresma?

¿Deben los Ayuntamientos de la provincia depositar en manos de gestores culturales profesionales o en agencias de gestión cultural –a través de convenios de coproducción o de vías de subcontratación- la codirección y coedición de un programa turístico –que combine autenticidad escenificada y calidad de servicios- cuyo plan de medios comience a divulgarse anticipadamente? ¿Conocen suficientemente los responsables municipales, los presidentes y los miembros de los Consejos de Cofradías y los hermanos mayores de las hermandades de la provincia de Cádiz las características más notables del resto de las Semanas Santas incluidas en la propia provincia? ¿Existe intercomunicación y conocimiento pleno y recíproco? ¿Hasta qué punto nos sirve de ejemplo –mas nunca de contraejemplo- la primacía, la delantera, que en este sentido han adoptado ciudades avanzadas como Sevilla en la conceptualización de la Cuaresma como sinónimo de foco también turístico?

¿No se patentizaría así aquella máxima que en su Pregón de la Semana Santa proclamara el orador cuando aseguraba que en el ámbito de las cofradías “lo singular es ya ser universal”? ¿O la teoría hasta krausista –tan juanramoniana- según la cual la belleza radica en la armonía entre la parte y el todo? ¿O el postulado literario de César González Ruano quien concebía el mundo siempre partiendo de lo particular hacia lo general? ¿Mantenemos la grandeza plural –aparentemente unilateral- de cada Cuaresma al estilo de Rubén Darío, es decir, siempre circulando por dentro sin caer en la cuenta de los muchos atractivos que su universalidad encierra? ¿A qué ton la inexistencia –la ausencia clamorosa- de la edición y publicación de un boletín especial de Cuaresma que pueda complementarse con una guía oficial de la Semana Santa? ¿Se ha rubricado un consorcio, un convenio general con los hosteleros y empresarios afines, con los agentes culturales, con las administraciones públicas para difundir los ritos, sabores, olores, historia, patrimonio material y patrimonio inmaterial siempre por descubrir y redescubrir? ¿Se ha diseñado un programa de promoción de la Gastronomía cuaresmal? ¿Y de visitas de empresas y gremios dedicados a la confección exclusiva del sector de la Semana Santa? ¿Y organización de talleres de formación de bordados, espartería, fotografía, costura…? ¿Y cursos de redacción de sección cofradiera como género periodístico? ¿Cuál es el papel de los medios de comunicación en el contagio externo del acervo socio-cultural-religioso de la Cuaresma? ¿Permanecen los templos y los tesoros de Hermandades abiertos, visitables?

¿Por qué la Cuaresma no posee su canal de distribución, sus centros de información, sus códigos de ética turística, sus convenios de colaboración institucional, su desarrollo económico y sostenible, su diseño de mapa cognitivos y diseño de mapa de percepciones, su distribución del espacio, su educación transcultural, su escala de desarrollo, sus ferias comerciales, sus ferias de muestras, su gestión de activos, su impacto transcultural, su modelo núcleo-periferia, su realidad social y su realidad virtual, su socialización, su sistema de subcontrataciones? Son ideas, propuestas, para fortalecer la grandeza de la Cuaresma dentro de la marca Jerez. ¿Vamos a ello?.

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