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Jerez íntimo

Marco Antonio Velo

marcoantoniovelo@gmail.com

Lola Flores en la obra de Francisco Umbral (I)

Las referencias a la figura de Lola Flores en la copiosa producción literaria de Francisco Umbral han sido constantes.

Las referencias a la figura de Lola Flores en la copiosa producción literaria de Francisco Umbral han sido constantes.

La amistad -férrea- entre Lola Flores y Francisco Umbral nació no en tiempos de estraperlo sino allí donde el desarrollismo y el consumo ya abrochaban el cinturón gris marengo de España. Lola era para Umbral una ninfa con peineta. La textura roja -de niña de fuego- de un peluche suave. Lola era morena clara, racial, directa, y no mareante como el humo que difuminaba el envés de un espejo entonces miope. Lola, para el escritor de la bufanda con dermis de papel prensa, encarnaba la antítesis celestial del infierno de Dante. Umbral, siendo ya ambos miembros de una venerable edad, confesó a Lola que la gente no se merece la verdad privada de cada uno. De ahí la impostación o no de su personaje literario. Esta necesaria interpretación del carácter recio del literato -tan esencial para que el tímido impenitente pudiera sacar pecho a los estertores de la vida- enseguida fue captada por Lola. Y es que Umbral, amante del surrealismo de Bretón, optó por la voluta incluso en los giros oficiales de su temperamento.

Ambos, la jerezana y el columnista, se apreciaron. Pero Umbral daba una cal y otra de arena cuando incluía glosas y capítulos completos dedicados a la Faraona en su copiosa producción libresca. La fustigó en demasía, si anacolutos, quizá sólo a efectos líricos. Umbral ejercía de enfant terrible del periodismo. A veces, como apreciaremos a continuación y en próximas entregas de ‘Jerez íntimo’, se pasó de frenada. En algunos casos la acritud adquiría un cierto exceso denigratorio. Umbral escribía a golpe de imágenes descriptivas, desde la fábrica connatural de la metáfora. Cuando se sentaba a la máquina, los dedos disparaban como una ametralladora del alfabeto. La voz interna dictaba el sentido y la semántica. Umbral, de cara al tablero de la prosa, movía la ficha de la improvisación musical, como una composición de baile dieciochesco al ritmo del teclado de la Olivetti Lettera 32. Entonces era una bomba de relojería y un escultor de bellísimos textos.

Iremos pautando, seguidamente, cómo flotó Lola Flores, con entrecomillados, sobre las aguas no siempre procelosas de la obra de Paco Umbral. Las referencias no escasearon. Umbral se erigió en el cronista social, por excelencia, de la España de los 70, 80 y 90. Incluso de buena parte de la década del 2000. Procedamos cronológicamente. Ya en ‘Jerez íntimo’ hicimos alusión al libro por encargo que en 1971 la editorial Dopesa encomienda a un barbilampiño Umbral, cuya tarea éste acoge con fines alimenticios: una biografía de Lola Flores titulada ‘Sociología de la petenera’. En este libro Umbral describía también líricamente a la folclórica: “Lola Flores, artista, ha encarnado literariamente, sociológicamente, estéticamente, folclóricamente, el mito de la Petenera, la imposible mujer don Juan que el español espera por los siglos de los siglos”. En 1975/1976 el discípulo de

Ramón Gómez de la Serna, también en cierta manera de César González-Ruano, ya comenzaba a estar en la cresta de la ola. Tras la aparición de ‘Mortal y rosa’ -elegía asombrosa de calidad y monólogo interior tras la muerte prematura de su pequeño hijo Pincho- y asimismo hacerse con el premio Nadal por ‘Las ninfas’ y el éxito inmediato en 1977 de ‘La noche que llegué al Café Gijón’, Umbral también publicó un libro de prosas reunidas bajo el título genérico de ‘España cañí’. Fechamos el año 1975. En varios de sus textos la figura de Lola Flores no es per se aludida pero sí sobrevuela entre el concepto y la narrativa: a fin de cuentas estos artículos compilados son como una gavilla de guiños por amor a la española.

Un año más tarde, 1976, saca al mercado ‘Mis mujeres’. La editorial Planeta apuesta por la nueva colección ‘Textos’. Las colecciones daban rentabilidad a la celebérrima editorial. Verbigracia los testimonios políticos de primera mano, firmados por sus propios protagonistas a pie de escena, que dieron lugar a la triunfal colección ‘Espejo de España’. Historia y análisis de máxima veracidad. En ‘Mis mujeres’ Umbral reproduce una entrevista de regate corto a Lola Flores que abarca de la página 87 a la 96. No tiene desperdicio. Ella -la artista- y él -el escritor de periódicos que saca libros como rosquillas- se hallan en un momento cenital de sus carreras. Sobrados de fuerza y tronío. ‘Mis mujeres’, que leemos con determinación, nos ofrece entrecomillados como los siguientes: “En la puerta de la casa hay una plaquita con un Corazón de Jesús. Lola Flores vive en un piso de estancias amplias, muebles solemnes y escasos libros, con el famoso retrato que le hizo Martínez de León. Lola viene hacia mí con una túnica azul claro bordada y el pelo recogido. En la terraza todavía hay soles de mirador antiguo y otoño madrileño”. Continuamos, querido lector, pasado mañana viernes con la segunda entrega -serán cuatro en total- de este ‘Jerez íntimo’ dedicado a Lola Flores en la obra de Francisco Umbral. No desvíen la atención pues vienen curvas…

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