Dos meses han pasado desde que se anunciara la adquisición del convento de Madre de Dios por parte del Obispado de Asidonia-Jerez para su conversión en seminario. Una noticia que sólo puede ser calificada positivamente, teniendo en cuenta las pocas y nada halagüeñas alternativas que ofrecía el edificio. Y especialmente resulta afortunada esta compra cuando además se hace con la promesa de preservar íntegros iglesia y coro. Después se supo incluso que la Fundación Jaime González-Gordon donaba una generosa cantidad para el acondicionamiento del antiguo convento para su nueva actividad. Todo ello hace suponer que a lo largo de este 2019 Madre de Dios volverá a abrirse al culto, manteniendo su función religiosa. Esto último no resulta un detalle nimio. La mejor manera de conservar este tipo de monumentos siempre será salvaguardando su autenticidad. En este sentido, que el mobiliario conventual prosiga en uso permite augurar su conservación y no su descontextualización o salida de su marco arquitectónico original. Sólo nos queda esperar en que la adaptación de convento a seminario se haga de la forma menos traumática y que posibilite horarios de apertura menos restrictivos que los que hasta ahora ha tenido. Una oportunidad única para que los jerezanos puedan conocer, y revalorizar, una iglesia que para muchos "no existe".

Pero si en este caso el Obispado ha estado a la altura de las circunstancias, haciendo un considerable esfuerzo, de nuevo hay que lamentar la falta de respuesta por parte de la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía en Cádiz a la iniciativa ciudadana creada el pasado verano para la declaración de BIC del conjunto. Sea como fuere, si la movilización y el impacto en los medios de comunicación han podido influir en que hoy podamos soñar un futuro para Madre de Dios, bienvenidos sean.

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