Tertulias de alba y ocaso

Gafas de cerca

27 de julio 2025 - 03:07

Nunca hubiera imaginado que una playa de chinorros repleta de hamacas numeradas bajo sus sombrillas de brezo pudiera serme un escenario con el que imaginar el paraíso.

Pero, ojo, completemos el escenario: el sol refulge aunque no se ve aún, y va venciendo a la luna, que se aleja en cuarto menguante del campo celeste donde los astros se relevan, advirtiéndonos de lo huidizo de la vida, y de la importancia de hacerla orbitar alrededor de la belleza, el amor y la serenidad. Con cierta resignación y el mejor contento ante nuestra fugacidad, también inexorable.

Los cantos rodados de la cala donde la marea no sube ni baja, que así suele proceder el mar en las islas pequeñas, no afean, ni mortifican al caminar, ya que ellos sí son grandes. Las hamacas están vacías, como toda la playuela. No así la orilla: varios metros mar adentro, cada día cuatro señoras entre los setenta y los noventa se dan un baño en tertulia, ya pertrechadas de sombreros de ala y gafas de sol. Reconozco varias palabras; repiten con frecuencia orea y Yorgos.

En los seis días de mi estancia en Spetses (nombre que proviene de la italiana Isola di Spezia), ellas han llegado, como yo, en escúter a la hermosísima y mínima bahía, cuyo nombre no retuve, aunque creo que significaba clavel en griego. Sí supe que orea es bello, bueno o elevado. Y que Yorgos era el dueño del chiringuito, cerrado apenas con tablones a esas horas del hechizo telúrico.

También el negocio de las hamacas era suyo. Una tarde volví a ese mismo entrante de mar. Noté tanta distancia entre aquella primera mañana y la amontonada y tórrida tarde que salí pitando en la motillo coreana, a refugiarme en el hotel a leer el inconmensurable ensayo La historia de los griegos, de Indro Montanelli. Que estaba en el suelo de la sencilla habitación cuando desperté de la siesta; a esas horas venciendo la luna al sol.

Juro por Pericles que, luego, en el puerto viejo cuajado de veleros de madera, no bebí Aperol Spritz, sino un combinado de Gordon’s y Schweppes. Hasta la ginebra y sus burbujas eran allí galácticas, ya ven.

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