El Prendimiento le echó valor pero no llegó a la Catedral
El Prendimiento
La corporación comenzó a recogerse hacia Santiago en la plaza de la Asunción
EL Prendimiento salió. Esa fue una de las noticias de la tarde. Santiago vibró cuando la hermandad tomó la decisión y la voz se corrió desde la capilla hasta la calle, tomada por completo por miles de personas deseosas de ver al Señor sobre su paso, con ese compás único que sólo la gente de ese barrio sabe imprimir a su caminar. Emoción a flor de piel, lágrimas, saetas y olés por aquí y por allá. Es la expresión que surge cuando se mira al rostro del Prendimiento, por encima de estereotipos adquiridos y de la fama que precede de siempre a esta cofradía, que no antepone absolutamente nada que no sea lo que sus hermanos desean en cada instante. Y no se casan con compromisos o que en la calle haya muchas ganas de verlo. Pero la decisión fue firme y para adelante... y que fuera lo que Dios y su Hijo del Prendimiento quisieran. De esta forma y con estos ánimos, muy elevados y amparados en todo instante por centenares de devotos, comenzó a avanzar el Señor tras dejar la capilla del Asilo por un camino que no tiene calles, un camino jalonado de gentes que miran al Señor boquiabiertos y sobrecogidos por la escena en la que se prende a Jesucristo. Y todo bajo la ficticia sombra de un enorme olivo, como es acostumbre en la cofradía, olivo que el Martes Santo se fue a por él y seleccionado por un grupo de hermanos que en cierto modo siguen una liturgia implantada por los que antes se echaban al campo a buscarlo. La junta de gobierno planteó la decisión con alguna variación en el recorrido como que el regreso se haría evitando la calle Carpintería Baja para subir por José Luis Díez y desde ese punto buscar a Tornería. No pudo ser, pues en la plaza de la Asunción hubo que virar en dirección a Santiago por riesgo de lluvia. No se pudo hacer estación de penitencia en la Catedral.
Detrás, la Virgen de Desamparo en su maravilla de paso de palio rojo y oro, un portento de proporciones y belleza. Pero el transcurrir estuvo salpicado de momentos como el que se vivió en la Victoria cuando Martín Gómez mandó a sus hombres revisar y mirar a La Soledad muy de cerca. Fue sencillamente emocionante lo que allí y en esos minutos se vivió. Más saetas, muchas e incluso tres a la vez. También, para acortar recorrido, evitó pasar por la calle Gaitán enfilando la entrada en Carrera Oficial siempre con el mismo bullicio a su alrededor. Ese que no dejó en ningún instante los alrededores de las andas doradas mecidas y acompasadas a un caminar en una sinfonía diferente con la impronta de la gente de Santiago que esparcen su devoción por todo Jerez. Cuestión aparté y mención especial merece el cortejo de la cofradía, además de numeroso, perfectamente ordenado y disciplinado. Toda una delicia presenciarlo porque es esa otra parte de una hermandad en la calle que en la mayoría de las ocasiones no se tiene en cuenta: el amparo que los hermanos nazarenos dan a sus titulares. Y así es en El Prendimiento que además de ser un cortejo totalmente identificado con su hermandad, suma un sentimiento profundo y 'hondo'. Es la hermandad que siguió mirando de reojo a Santiago añorando su gótico cobijo que por ahora se hace esperar por mor de unos y otros.
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