En medio de un cuidado por mantener el distanciamiento físico, el público y los devotos se acercaron a la pequeña placita de El Carmen donde emerge la fachada del templo basilical carmelitano. Eran las ocho y media de la tarde cuando se abrían esas puertas a la esperanza.

El cortejo avanzaba con solemnidad y algo de nerviosismo. Todos los allí presentes eran conscientes de que sería una procesión contemplada y recordada por toda la comunidad cofrade de España. Se trataba de la primera con una imagen sobre un paso con cuatro zancos desde que el coronavirus hiciera acto de presencia allá por marzo del pasado año. Bajo la presencia de la mascarilla en cada rostro, los hermanos carmelitanos, con sus relicarios sobre el pecho, iban bajando la empinada rampla de la puerta del templo. A pocos minutos, la Santísima Virgen salía y comenzaba a iluminársele su bello rostro con los últimos rayos de sol que quedaban. La Reina del Carmelo cumplía con su tradición de hacerse encontradiza con sus hijos jerezanos tras dos años de ausencia.

Con la pertinente majestad que ella siempre refleja, el paso de la custodia parecía haber estado hecho para Ella desde siempre. Como si Gabella Baeza lo hubiera cincelado para Ella. No eran sus andas porque el paso iba sobre ruedas, pero iba igual de sublime que siempre. Destacando el exorno floral con los ricos gladiolos ligados con nardos junto a rosas blancas que formaban una estética preciosa.

Parecía como si Gabella Baeza hubiera cincelado el paso de la custodia para Ella

La rica corona que forjara José David para la Señora con motivo de su coronación canónica, lucía sobre las sienes de la Santísima Virgen mientras que el magnífico Niño Jesús que Ella ofrece a todo el pueblo fiel entre sus manos, iba vestido con su pequeña túnica de color verde. Verde esperanza para los momentos de incertidumbre que se viven.

La única música que se pudo escuchar alrededor de la Señora fue la del rezo del rosario que los hermanos y devotos carmelitanos no cesaron de orar en casi todo el recorrido. Un recorrido marcado por las gracias y por las peticiones de salud en estos tiempos de pandemia. No hubo Soleá dame la Mano por la calle Carmen ni Reina del Carmelo en su recogida. Siempre maravillosamente interpretada por la banda del Maestro Tejera que desde estas líneas ya se le espera para el 2022.

Destacar el importante estreno que lucía la procesión que se centraba en la restauración del estandarte de la tercera orden carmelita. Este rico elemento ha sido pasado a nuevo tejido de tisú de plata, quedando esplendoroso con los marcados signos carmelitanos. Un nuevo paso de esta corporación que prosigue cuidando su rico patrimonio.

Por otro lado, alrededor del paso de la Señora, iba la presencia de miembros de la Armada Española, tan arraigada a la advocación del Carmen por ser Patrona de los marineros, y una representación del cuerpo de bomberos al mantener el patronazgo de este cuerpo desde el año 1867. Ahí es nada.

El cortejo fue avanzando siempre elegante por Tornería, plaza del Banco y la calle Larga. Un clásico de la tarde del día 16 de julio en la ciudad. Y así fue cómo llegó hasta la plaza de la Asunción, lugar esperado por muchos fieles que congregados y dispersados por la lógica separación, asistieron al fervorín que corrió a cargo del predicador de la novena, el padre religioso carmelita David del Carpio Horcajo, provincial de la Bética de la Orden del Carmen. Algunos minutos después, la comitiva fue acercándose de nuevo al templo basilical para quedar recogida la procesión a las 22,30 horas tal y como estaba estipulado. Salve Reina del Carmelo. Intercede por tantas necesidades con la que esta pandemia ha azotado a una inmensa parte de la humanidad.