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Noventa minutos son 'molto longo'

xerez cd | rc celta · ASÍ SE VIVIÓ El partido

Antoñito enchufa a la afición y al equipo en un partido en el que el xerecismo pasó de las críticas a la ilusión

Fran Pereira / Jerez

30 de mayo 2011 - 05:02

La mítica frase del malogrado Juanito, sí esa manida 'noventa minuti in Bernabéu son molto longo' que pronunció el malagueño en la temporada 84-85 tras perder en la ida de semifinales de UEFA ante el Inter (2-0), podría aplicarse al encuentro de ayer pero centrándonos en Chapín. En hora y media pasó absolutamente de todo, tanto fuera como en el resto de campos en los que estaba en juego una plaza por la promoción. Y es que si al filo de las diez y media casi nadie creía ya en las posibilidades del Xerez, un cuarto de hora más tarde (y tras el empate del Betis en Alcorcón, la derrota del Valladolid y la remontada azulina), la afición y el equipo volvieron a ilusionarse.

Y eso que minutos antes y viendo la dinámica que había tomado el partido, parte de la hinchada se acordó de Esteban Vigo (sí, una parte porque la otra recriminó este hecho al entender que el Deportivo aún tenía ayer posibilidades de éxito), pidió la dimisión de Javi López, criticó sus cambios y acabó aplaudiendo al equipo tras la victoria y el derroche de los últimos minutos ante un rival que pagó cara su falta de contundencia ofensiva (en parte gracias al gran trabajo de Chema, una vez más excelente en cada una de sus intervenciones).

Así las cosas, lo que de principio había sido una especie de partido de pretemporada, con poco público en la grada y poca intensidad dentro de la cancha, acabó siendo un duelo vital, con dos equipos peleando a muerte cada balón y con un Xerez enchufado a más no poder.

Nuevamente, la corriente, la conexión o la electricidad que le faltaba al mismo tuvo un nombre propio Antonio Ramiro 'Antoñito'. A decir verdad, pocos apostaban porque ayer tuviera minutos, sobre todo por su último 'encontronazo' con el entrenador en Vallecas, pero López tiró de él y le dio entrada a falta de 24 minutos.

Su salida propició los mejores momentos del Deportivo en ataque y de sus botas salió el tanto del empate, un gol que celebró con rabia y como si fuese el último en medio de la ovación de la grada, entregada a la magia del sevillano. Motivado y centrado en todo lo que hacía, el punta se echó al equipo a la espalda (como ocurrió en el último partido en casa ante el Salamanca) y, en colaboración con José Mari, que anotó su decimoséptimo gol, lograron un apurado triunfo que permite a la afición y al equipo soñar con una gesta más complicada que todas las anteriores.

Al final, lo que queda es el resultado y todas las críticas y desánimos del principio se tornaron en ilusiones de cara a la última jornada. Así pues, a soñar con un final feliz que nadie espera pero que, cosas del fútbol, puede ser realidad.

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