Entre paréntesis

Rafael Navas

rnavas@diariodejerez.com

Robar a los más pobres

En estos tiempos en los que no ganamos para sustos y la sensibilidad está a flor de piel, hay sucesos que indignan más que otros. En una semana muy dura para las Hijas de la Caridad tras el fallecimiento de Sor Victoria Virués, directora durante años del Comedor de El Salvador e Hija Adoptiva de la ciudad en 2011, Sor Teresa Pérez Coto, actual superiora de la comunidad, fue asaltada sólo un día después en la puerta del citado centro, sufriendo un tirón en el que le sustrajeron unos 6.000 euros, cantidad que estaba destinada a pagar a proveedores de la guardería y del comedor social. Un asalto en el que además esta religiosa sufrió daños físicos que repugnan aún más a cualquier persona de bien.

¿En qué puede estar pensando una persona que hace algo así? ¿Cómo es posible que alguien llegue al extremo de robar, y hacer daño, a quienes dedican toda su vida precisamente a ayudar a quienes menos tienen? Inmediatamente, la cadena de solidaridad en favor de la labor que realiza desde hace mucho tiempo esta comunidad se puso en marcha para recuperar una cantidad que hace mucha falta en estos tiempos en los que el número de personas en situación de pobreza ha crecido en la ciudad debido a la crisis sanitaria.

"Jerez no deja a su gente de lado". Estas fueron las palabras de Sor Teresa tras el tremendo susto y que deben hacernos reflexionar. Por un lado, por lo que significan en cuanto al perdón implícito conlleva por parte de esta Hija de la Caridad hacia quien la atacó. Una actitud que escasea en nuestra sociedad tan inundada por el odio y la venganza, tan propios del individualismo extremo. Y, por otro, de cara a la esperanza, por lo que supone a la hora de confirmar que la ciudadanía jerezana es, mayoritariamente, solidaria. De ello viene dando muestras desde que se inició la pandemia del Covid-19, con oleadas de generosidad a través de instituciones, asociaciones y personas que, anónimamente, han prestado su esfuerzo y han entregado lo poco o lo mucho que tienen para atender a las víctimas menos favorecidas de la crisis sanitaria.

Desde hace tiempo, precisamente por ser una ciudad agradecida, Jerez ha ido rindiendo homenaje y reconocimiento a la Compañía de las Hijas de la Caridad, Siervas de los Pobres, fundada por San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac, por su entrega a los más desfavorecidos, mucho más allá de lo meramente material. Así es aquí y allá donde esta comunidad está presente. Hermanas, monjitas o como se las quiera llamar, están verdaderamente hechas de otra pasta. Testimonios de fe y vida hay para llenar miles de artículos y quienes hemos tenido la suerte de conocer su labor en colegios, comedores, roperos, hospitales y toda clase de centros también tenemos que testimoniar hoy que sin ellas esta sociedad sería peor. Santas en vida y santas por siempre que merecen el aplauso y el respaldo para que su ejemplo perdure y cale entre nosotros. Sor Victoria, Sor Teresa y tantas más, gracias por hacer este mundo más humano.

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