Está Expaña echada al monte. Pero no metafóricamente, sino en definición de la RAE: ‘fuera de la ley, en partida insurrecta o en bandolerismo’.

Que se está fuera de la ley parece claro, pero resulta contradictorio. Porque estar fuera supone que haya algo dentro. Y, a decir verdad, dentro de la ley no va quedando nada. O, ya no hay ley, y no se pueda estar dentro ni fuera de ella.

Echarse al monte es, también, vivir en partida insurrecta. O, lo que es igual, en partido insurrecto. En partido sublevado contra la autoridad pública. Pero... ¿Qué podemos hacer si se subleva la autoridad pública?

Echarse al monte es vivir en bandolerismo. Abandonado a los desafueros y violencias propias de los bandoleros. En Expaña estamos viviendo el resurgimiento de un bandolerismo a lo siglo XXI. Sobre todo, del típico bandolero andaluz que asaltaba al gabacho en Sierra Morena. Ese Robin Hood a la española que robaba al rico para darle al pobre. Por aquello de la igualdad de géneros y del leguaje inclusivo podemos hablar, con propiedad, de bandoleros y bandoleras. ¿No es Yolanda Díaz una bandolera pop?

Les quita a las empresas para subir el salario mínimo. ¿No es Marichu Montero otra bandolera 2.0? Cuece al rico en impuestos para dar migajas al pobre. ¿Y Puigdemont? Este no es bandolero sino forajido, porque vive desterrado y huido de la justicia. ¿Y Oscar Puente y su puto amo…?

A ratos, puto y a ratos, amo. ¿Y el pobre Koldo? Después de haber conseguido millones de mascarillas con las que taparnos la boca una buena temporada. ¿Y el Tito Berni? Con la misma conciencia social del Barquero de Cantillana o del Tragabuches. ¿Y Begoña…?,¿No es una heroína a lo Tempranilla, o a La Pernales?

La cosa se ha puesto tan pintoresca que, para ir a la moda, no va a quedar otro remedio que sacar los trabucos.

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