El techo del mundo. Animación, Francia, 2015, 78 min. Dirección: Remí Chayé. Guión: Patricia Valeix, Claire Paoletti. Música: Jonathan Morali.

A riesgo de ser pesado, quiero insistir en la necesidad de resistir a la todopoderosa deriva digital, tridimensional y buenista de la animación infantil contemporánea hecha desde los modelos hollywoodienses e importada a otros ámbitos nacionales. Una resistencia que pasa necesariamente por una reeducación en los valores expresivos del viejo trazo artesanal, los colores y formas planas o la aventura de iniciación sin coartada posmoderna como territorio del que siempre puede surgir una poética personal, una emoción estética limpia y sencilla.

El techo del mundo exhibe su resistente anacronismo y su poderosa personalidad visual en el relato de una aventura que parte del San Petersburgo de finales del XIX para llevarnos al Polo Norte entre escenarios de melancólica belleza helada trazados con elementos mínimos y mucho sentido plástico. Una aventura de (auto)descubrimiento protagonizada por una joven heroína en busca de su abuelo y su barco, perdidos entre el hielo tras una expedición frustrada, o lo que es lo mismo, una joven lanzada por primera vez al mundo adulto con valentía y determinación.

Remí Chayé no tiene necesidad de pisar acelerador alguno, y deja que su historia fluya con la lógica del relato clásico, sin rebajarse a explicaciones o al humor de gancho rápido. En lo que a la animación infantil y juvenil se refiere, va siendo ya hora de mirar más a Annecy y menos a Hollywood.