paulina. Drama, Argentina-Brasil-Francia, 2015, 103 min. Dirección: Santiago Mitre. Guión: S. Mitre, Mariano Llinás. Intérpretes: Dolores Fonzi, Oscar Martínez, Esteban Lamothe, Cristian Salguero, Verónica Llinás, Laura López Moyano. 

Para su segundo largometraje, remake del filme de Daniel Tinayre de 1961, Santiago Mitre ha cambiado la rugosidad y la urgencia del digital de El estudiante por la limpieza y la anchura del formato panorámico, la Universidad entendida como trasunto de la sociedad argentina por la escuela rural como foco donde desatar una nueva tesis sobre la lucha de clases (y razas), los límites de la democracia, la justicia y la libertad individual como último y verdadero reducto político.

La Paulina del título (intensa, turbia y opaca Dolores Fonzi) ha decidido abandonar su prometedora carrera como abogada para integrarse en un proyecto educativo especial en la frontera con Paraguay, a donde viaja para confrontar sus utopías integradoras con una realidad que se antoja esquiva, problemática y, en última y azarosa instancia, trágica.

Mitre descompone su relato en varios tiempos y desde distintos puntos de vista, una estrategia narrativa que pone sobre aviso de las verdaderas intenciones globales de su filme, que no son otras que las de poner al espectador, a través del personaje de Paulina, pero también de sus atacantes y su entorno, en la tesitura del conflicto complejo, poliédrico, inabarcable desde una única perspectiva. Sus decisiones rompen todo pronóstico dramático de género (lo cual no resta al filme una notable tensión) para imponerse como una tesis de auténtica resistencia que hace salir a la luz el entramado no sólo de un espacio, anclado aquí en dinámicas primitivas, sino de todo un país bajo la sombra del patriarcado, la corrupción y la doble moral.

El único inconveniente, en todo caso, pasa por haber verbalizado de más (las conversaciones con el padre o con la compañera) lo que ya quedaba inscrito en el filme sin necesidad de éstas, como si, en el fondo, Mitre no confiara del todo en la inteligencia o la brújula del espectador para asumir y seguir su desafiante discurso.