Familia. Tranquilidad. Buena comida. Buen tiempo. El descanso del guerrero. Álvaro Ordóñez González se proclamó a principios del pasado mes de diciembre campeón del mundo absoluto de Fisicoculturismo en Tarragona y ha aprovechado las vacaciones de Navidad para pasar unos días y disfrutar de "mi Jerez, que no hay nada igual". Se colgó la medalla de oro en categoría Máster modalidad Classic Bodybuilding (40-44) y también fue oro el Campeonato World Máster Championships, que reunía a los campeones en todas las categorías.
Transmite energía, positividad y naturalidad. Vive en una nube desde el pasado 9 de diciembre y aún no ha asumido que se ha adjudicado la doble corona en el Mundial. "No puedo sentirme más feliz y mucho más por toda la gente que ha confiado en mí, especialmente mi pareja, Mauri Karina, mi familia, mis entrenadores y mis compañeros. Estoy disfrutando de todo porque no sólo he ganado el Mundial, he sido campeón de España y también subcampeón de Europa. El año pasado también me fueron bien las cosas y gané el campeonato de España e hice bronce en el Mundial".
Se le ilumina la cara cuando recuerda cómo fueron "los días tan duros de competición y la preparación. Todo exige muchísimo sacrificio y sin la ayuda de mi familia hubiese sido imposible. Cuando apareces en el escenario te sientes observado y no es fácil controlar el cuerpo y la mente. Es más, a principio me costaba bastante, salía tenso y no llevaba nada bien lo de posar. Luego, te vas soltando y acabas acostumbrándote".
Ahora es campeón del mundo pero antes de llegar a lo más alto, le tocó subir peldaño a peldaño todos los escalones que conducen al éxito. Tiene 41 años y su pasión por el deporte empezó "cuando tenía nueve. Comencé a practicar artes marciales pero me encantaban las pesas y, cada vez que podía, las hacía o utilizaba las máquinas que hace más de 30 años había en el gimnasio Fudoshin de la calle Zaragoza. Fui ganando musculatura poco a poco y, sinceramente, no he visto la evolución de mi cuerpo de un año para otro".
Recuerda con cariño como "me ganaba a diario las broncas de mi madre porque llegaba a mi casa lleno de grasa y me decía si venía del gimnasio o de un taller de arreglar coches. Todo el mundo me llamaba Canijo. A los catorce años ya empecé hacer pesas y, poco a poco, fui modelando mi cuerpo y encontrando la modalidad de culturismo que más me gustaba".
Tuvo que cambiar Jerez por Madrid y allí "desarrollé toda mi actividad, primero como aficionado y desde hace un par de años compitiendo. Conocer a mi pareja fue decisivo. Ella me animó a seguir preparándome. Practica también fisicoculturismo y me dijo que tenía potencial, que me presentara al Campeonato de España de hace dos años y ahí empezó todo".
Pero no es oro todo lo que reluce. Para llegar a lo más alto "hay que ser muy constante y tienes que sacrificar muchas cosas. No puedes pasarte con el régimen de comidas, no puedes salir con tus amigos y las semanas previas a la competición son especialmente duras. Por ejemplo, dos días antes tienes que estar sin beber agua para que tu cuerpo se deshidrate y la piel se pegue al cuerpo y sólo puedes comer pollo o pescado. Te conviertes en un ermitaño, vives casi casi en una burbuja. Si sales es para comer o beber, no para ver cómo lo hacen los demás. Es realmente duro".
Tan duro que "justo antes de ir a Tarragona al Mundial estuve a punto de tirar la toalla, no me sentía mentalmente fuerte como para competir a un buen nivel y me gusta hacer las cosas bien. Dos días antes tenía claro que no viajaba. Al final, superé esa pequeña crisis y todo salió perfecto. Cada vez que recuerdo el momento en el que comenzó a sonar el himno de España me emociono, la sensación fue impresionante, ese himno nos sonaba en mi honor".
Ahora, lo disfruta y se plantea el futuro "con mucha tranquilidad. He logrado una medalla de oro que nunca pensé que podría conseguir y me toca descansar, desconectar y disfrutar de la vida y de mi familia. Mi cuerpo ahora mismo está falto de todo después de la competición y necesito recuperarme".
Lo ha conseguido todo en su especialidad pero tiene "una espinita clavada que ya nunca me podré sacar. He ganado todos mis títulos representando a la Comunidad de Madrid porque tienes que competir con la Federación a la que estás adscrito. Me hubiese encantado hacerlo con Andalucía, que es mi tierra. Me siento orgulloso de ser jerezano y de pasear el nombre de mi ciudad por todos los lugares".
También echa en falta más apoyo a un deporte "que es minoritario pero que practica mucha gente. Si todo lo que estamos consiguiendo sirve para que se fomente esta modalidad deportiva y las instituciones y los ayuntamientos le presten más atención, fenomenal. Las federaciones tienen los recursos que tienen y pagan nuestros gastos pero no ganamos dinero, nos cuesta dinero. Soy represente legal de una empresa de vigilantes de seguridad y los fines de semana tengo que trabajar de camarero para sacarme un dinero extra y costearme los gastos de comida y de todo lo que necesito".
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