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Arantxa enciende la llama

  • La ex tenista acusa en una autobiografía a sus padres de dejarla en la ruina y asegura no hablarse con sus hermanos. Su madre, Marisa, dice que demostrará su inocencia.

Las cosas no son siempre lo que parecen: basta con ver el caso de Arantxa Sánchez Vicario, aquella número uno del mundo del tenis inseparable de su familia y que parecía ser feliz así. Nada de eso. Según sus últimas confesiones, casi se podría decir que odió y odia a sus padres.

"El mito de una familia Sánchez Vicario unida y feliz era eso: un mito", escribió la tricampeona de Roland Garros en un libro autobiográfico, ¡Vamos! Memorias de una vida, una lucha y una mujer. El tenis marcó a la familia Sánchez Vicario. Arantxa, la menor, fue la más exitosa de todos, pero Emilio llegó a ser número siete del mundo y capitán del equipo español de la Copa Davis, Javier se situó entre los 30 primeros y Marisa jugó en buen nivel en los campeonatos universitarios estadounidenses. Marisa y Emilio, los padres de los cuatro, estuvieron omnipresentes en la carrera de Arantxa, que a los 17 años sorprendió al mundo venciendo a la alemana Steffi Graf en la final de Roland Garros 1989. Pero esa presencia sin pausas la asfixiaba, confiesa ahora. Incluso le dedica palabras muy duras a su madre: "Es una mujer de carácter fuerte, y para ella la disciplina y la victoria estaban por delante de cualquier otra consideración, cuando tal vez lo que necesitaba eran una palabras de cariño".

Más allá del cariño que dice no haber recibido, la principal acusación de la ex jugadora es que sus padres la dejaron en la bancarrota, que de sus 45 millones de dólares en ganancias no queda prácticamente nada. "Mi padre ha disfrutado de plenos poderes para gestionar mis recursos. Mensualmente se me otorgaba una cantidad y en ningún momento me preocupé de preguntarle. Me han dejado sin nada, estoy endeudada con Hacienda y mis propiedades son muy inferiores a las que tiene, por ejemplo, mi hermano Javier, que a lo largo de su carrera ganó mucho menos que yo. ¿Puedo aceptar este abuso y quedarme callada? No voy a hacerlo", asegura la ex tenista, que tiene problemas con Hacienda por impuestos liquidados como residente en Andorra por unos 3,5 millones de euros.

Las revelaciones de la menor de la saga apuntan a un fenómeno que no es nuevo en el tenis: también Graf y la serbia-australiana Jelena Dokic, entre otras, tuvieron graves problemas con sus padres. Pero la crudeza de las revelaciones de Arantxa generó un asombro generalizado. Y, casi de inmediato, una implacable respuesta de Marisa, su madre. "Con enorme sorpresa, y gran dolor, constaté que nuestra hija había dado un paso más en su voluntad de herirnos y humillarnos", dijo en un comunicado su madre, que aseguró haberse enterado de lo que escribió su hija leyendo la prensa.

La progenitora de la jugadora destaca que el padre, Emilio, sufre un "cáncer durísimo de intestino, mal de Alzheimer y tiene problemas de corazón". "En todo este tiempo no hemos recibido ni una sola visita de Arantxa. Ni un mínimo atisbo de preocupación. Ni un ¿cómo estáis?", añade. "Nosotros vivimos 20 años por y para ella. Lo dejamos todo de lado e hipotecamos nuestra vida y nuestro matrimonio", asegura, antes de sugerir que llevará el tema a los tribunales: "Quedará, desde luego, muy claro que nunca nos aprovechamos de Arantxa y que no está arruinada". La jugadora no está de acuerdo. Asegura tener cortadas las relaciones con sus hermanos y recuerda la soledad de su infancia, en la que el tenis y el éxito eran las obsesiones familiares: "Contaba con un fiel compañero: un peluche. Él fue el único testigo de las lágrimas que vertí. Dormía abrazada a él buscando cierta protección y, sobre todo, consuelo".

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