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Francia mira a Jo-Wilfried Tsonga

Treinta años lleva Francia buscando un heredero de Yannick Noah y ahora está más cerca que nunca de haberlo encontrado en la figura de Jo-Wilfried Tsonga, que mañana se juega un puesto para la final contra David Ferrer. El tenista de 28 años siente en sus espaldas la presión de todo un país que lleva años viendo cómo tenistas foráneos levantan la copa del torneo que ellos organizan. Francia siente que Tsonga es el hombre que puede romper ese maleficio. Desde 2008 ningún galo estaba en la antepuerta de la final y ahora más que entonces los franceses sienten que Tsonga puede superarla.

Hijo de padre congolés jugador de balonmano instalado en Francia en la región de Le Mans, y de una maestra francesa, disputará su quinta semifinal de un Grand Slam con la intención de clasificarse para su segunda final, tras la del Abierto de Australia de 2008 que perdió contra Djokovic. Aquel torneo, en el que eliminó en semifinales a Nadal, marcó la eclosión de un jugador de portentoso físico, temible servicio y gran potencia, un hombre atlético que ha mejorado su técnica con los años.

Tsonga no es flor de un día. Nunca antes un francés había disputado tantas semifinales de Grand Slam, ni había rondado tanto tiempo los primeros puestos del ránking. Es su mejor baza desde hace años. El juego del francés ha mejorado de forma espectacular en los últimos años. A su servicio demoledor, sobre todo por los altos porcentajes de primeros que suele conseguir, ha agregado más riqueza de juego. A eso suma un físico sólido y una moral de hierro. A diferencia de otros de sus compatriotas, que suelen venirse abajo cuando el viento sopla en contra, Tsonga se aferra a sus opciones. En Wimbledon 2010 se convirtió en el primer tenista que le remontaba dos sets a Federer y, de nuevo contra el suizo, en cuartos de final de este Roland Garros no se inmutó cuando su adversario le rompió el servicio. Entre las innovaciones que ha introducido figura la de haber quitado de la dieta el gluten. Ese cambio nutricional ha provocado bromas en las redes sociales porque es el rostro de una conocida chocolatina que lo contiene y le crea un paralelismo con Djokovic, que ya lo hizo hace años. Aunque no reniega de sus raíces africanas, Tsonga está muy vinculado a su región, en la Francia profunda, lo cual le crea una similitud con Nadal, con quien comparte la pasión por la pesca. El color de su piel lo acerca a Noah, que sigue siendo un icono del tenis francés. Y no rechaza la comparación.

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