-¿Qué hay que hacer con los buenos maestros?
-Hay muchos y hay que ser conscientes de eso y valorarlos. No hace falta mirar a miles de kilómetros. Cerca hay miles de maestros con ilusión y que tienen pasión por esta profesión.
-Habla de que nos fijamos en lo que se hace a miles de kilómetros. ¿Por qué tanto complejo con los países nórdicos?
-Valoran a los docentes. Son conscientes de lo importantes que son. Es verdad que hacen cosas muy interesantes, y está bien que de vez en cuando nos traigamos algo. Pero antes que eso hay que dar valor a lo que tenemos aquí. Eso es tremendamente importante.
-¿Y qué hacemos con los malos maestros?
-Como en todas las profesiones, hay de todo, pero siempre hablo del contagio positivo, de que salgan a la luz las buenas prácticas. Se trata de recordar a estas personas la ilusión que perdieron hace tiempo de por qué se hicieron maestros, y cuán importante es nuestra labor.
-Los niños son la materia prima y los compañeros de trabajo de los maestros. ¿Son todos tan buenos como dicen sus familias?
-Los niños son niños. Y no podemos decir que son ni buenos ni malos. Pensamos mucho en los niños, pero no pensamos como niños. Son movidos, curiosos, quieren jugar... No aguantan sentados seis horas; es una obviedad. Hay quien dice "nosotros de pequeños estábamos seis horas en la escuela". Sí, y ahí seguimos. Pero los niños tienen esa esencia que nosotros tenemos que saber explotar de forma positiva. Impulsar esa creatividad que tienen, esa impulsividad. Sólo con eso saldríamos adelante seguro.
-Y a los padres ¿les falta paciencia?
-Los niños no vienen con un manual de instrucciones, pero creo que son la proyección de sus madres y padres. Y nosotros somos, a su vez, una proyección de la sociedad. Si tratamos con niños no se nos puede olvidar viajar al niño que fuimos para entenderles mejor y para que nos entiendan mejor. Es fundamental que cualquier persona que esté con niños -padre, madre, abuelos o maestros- sepa que para entenderlos y que nos entiendan tenemos que ser un poco niños también.
-Si ellos son nuestro reflejo, cuando hay un caso de acoso escolar es porque hemos fracasado todos...
-Un caso de acoso escolar requiere la máxima prioridad. No es suficiente erradicarlo, hay que trabajar para prevenirlo. Tenemos que crear espacios y tiempos en las aulas para que ellos se conozcan, se expresen, aprendan a respetarse a sí mismos y a los demás. El conocimiento es importante, claro que sí, pero hay otras herramientas con las que les tenemos que dotar. Ese respeto a uno mismo, a los demás, a las diferencias... eso es absolutamente prioritario.
-Sobre la tecnología en el aula, ¿de verdad es tan necesaria?
-Es una herramienta más, que debe servir para comunicarnos, aprender y compartir. Muchas veces nos aísla, paradójicamente, o se usa de forma nociva. Es como todo. Quien respeta mirando a los ojos, respetará con un móvil en la mano. Pretendemos que controlen, que no estén todo el día pegados a una pantalla, pero si caminas cincuenta metros por una acera, cuenta las personas adultas que tienes que esquivar porque están mirando el móvil.
-¿Más areneros y menos pizarras electrónicas?
-La vuelta a la naturaleza me parece imprescindible. El otro día estaba con la gente de Aldeas Infantiles en Cuenca, visitamos un huerto y alguien dijo "aquí es donde conseguimos desconectar". Y no, no es así. Es ahí donde conseguimos conectar. Es donde nos encontramos bien. Los recreos están desnaturalizados. En algunos patios no hay ni siquiera un árbol. ¿Pizarra o arenero? Ventanas, e invitar a los niños a mirar y a entender lo que hay alrededor.
-¿Y qué hacemos con los padres y sus grupos de whatsapp?
-Es lo mismo. La tecnología depende del uso que le des. Vuelvo a la palabra respeto. Respeto y diálogo. Antes de soltar algo en una red, piensa muy bien cómo va a afectar a los demás.
-Tres cosas que todo buen maestro tiene que hacer en clase.
-Tres cosas que me gustaría que hiciera mi maestro, y te hablo como niño, son escucharme, que contaran con mi opinión y que tuvieran en cuenta que sus palabras y actos me van a marcar para siempre. -¿Quién ha sido su maestro?
-Tengo muchísimas referencias, pero mis maestros ahora son los niños. Cada día aprendo de ellos, y aprendes a dar valor a las pequeñas cosas.
-¿Echa de menos estar ahora mismo en su clase?
-Sí, claro. Cuando vuelva, dentro de unos meses, no sabré ni por donde empezar de la cantidad de cosas que quiero hacer.
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