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César Bona. Finalista del Global Teacher Prize, el 'Nobel' de los maestros.

"Pensamos en los niños, pero no como niños"

"Pensamos en los niños, pero no como niños"

"Pensamos en los niños, pero no como niños" / M. G.

-¿Qué hay que hacer con los buenos maestros?

-Hay muchos y hay que ser conscientes de eso y valorarlos. No hace falta mirar a miles de kilómetros. Cerca hay miles de maestros con ilusión y que tienen pasión por esta profesión.

-Habla de que nos fijamos en lo que se hace a miles de kilómetros. ¿Por qué tanto complejo con los países nórdicos?

-Valoran a los docentes. Son conscientes de lo importantes que son. Es verdad que hacen cosas muy interesantes, y está bien que de vez en cuando nos traigamos algo. Pero antes que eso hay que dar valor a lo que tenemos aquí. Eso es tremendamente importante.

-¿Y qué hacemos con los malos maestros?

-Como en todas las profesiones, hay de todo, pero siempre hablo del contagio positivo, de que salgan a la luz las buenas prácticas. Se trata de recordar a estas personas la ilusión que perdieron hace tiempo de por qué se hicieron maestros, y cuán importante es nuestra labor.

¿Pizarra o arenero? Ventanas, e invitar a los niños a mirar y a entender lo que hay alrededor"

-Los niños son la materia prima y los compañeros de trabajo de los maestros. ¿Son todos tan buenos como dicen sus familias?

-Los niños son niños. Y no podemos decir que son ni buenos ni malos. Pensamos mucho en los niños, pero no pensamos como niños. Son movidos, curiosos, quieren jugar... No aguantan sentados seis horas; es una obviedad. Hay quien dice "nosotros de pequeños estábamos seis horas en la escuela". Sí, y ahí seguimos. Pero los niños tienen esa esencia que nosotros tenemos que saber explotar de forma positiva. Impulsar esa creatividad que tienen, esa impulsividad. Sólo con eso saldríamos adelante seguro.

-Y a los padres ¿les falta paciencia?

-Los niños no vienen con un manual de instrucciones, pero creo que son la proyección de sus madres y padres. Y nosotros somos, a su vez, una proyección de la sociedad. Si tratamos con niños no se nos puede olvidar viajar al niño que fuimos para entenderles mejor y para que nos entiendan mejor. Es fundamental que cualquier persona que esté con niños -padre, madre, abuelos o maestros- sepa que para entenderlos y que nos entiendan tenemos que ser un poco niños también.

-Si ellos son nuestro reflejo, cuando hay un caso de acoso escolar es porque hemos fracasado todos...

-Un caso de acoso escolar requiere la máxima prioridad. No es suficiente erradicarlo, hay que trabajar para prevenirlo. Tenemos que crear espacios y tiempos en las aulas para que ellos se conozcan, se expresen, aprendan a respetarse a sí mismos y a los demás. El conocimiento es importante, claro que sí, pero hay otras herramientas con las que les tenemos que dotar. Ese respeto a uno mismo, a los demás, a las diferencias... eso es absolutamente prioritario.

-Sobre la tecnología en el aula, ¿de verdad es tan necesaria?

-Es una herramienta más, que debe servir para comunicarnos, aprender y compartir. Muchas veces nos aísla, paradójicamente, o se usa de forma nociva. Es como todo. Quien respeta mirando a los ojos, respetará con un móvil en la mano. Pretendemos que controlen, que no estén todo el día pegados a una pantalla, pero si caminas cincuenta metros por una acera, cuenta las personas adultas que tienes que esquivar porque están mirando el móvil.

-¿Más areneros y menos pizarras electrónicas?

-La vuelta a la naturaleza me parece imprescindible. El otro día estaba con la gente de Aldeas Infantiles en Cuenca, visitamos un huerto y alguien dijo "aquí es donde conseguimos desconectar". Y no, no es así. Es ahí donde conseguimos conectar. Es donde nos encontramos bien. Los recreos están desnaturalizados. En algunos patios no hay ni siquiera un árbol. ¿Pizarra o arenero? Ventanas, e invitar a los niños a mirar y a entender lo que hay alrededor.

-¿Y qué hacemos con los padres y sus grupos de whatsapp?

-Es lo mismo. La tecnología depende del uso que le des. Vuelvo a la palabra respeto. Respeto y diálogo. Antes de soltar algo en una red, piensa muy bien cómo va a afectar a los demás.

-Tres cosas que todo buen maestro tiene que hacer en clase.

-Tres cosas que me gustaría que hiciera mi maestro, y te hablo como niño, son escucharme, que contaran con mi opinión y que tuvieran en cuenta que sus palabras y actos me van a marcar para siempre. -¿Quién ha sido su maestro?

-Tengo muchísimas referencias, pero mis maestros ahora son los niños. Cada día aprendo de ellos, y aprendes a dar valor a las pequeñas cosas.

-¿Echa de menos estar ahora mismo en su clase?

-Sí, claro. Cuando vuelva, dentro de unos meses, no sabré ni por donde empezar de la cantidad de cosas que quiero hacer.

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