En esta nueva política con amplio protagonismo de los 140 caracteres y las ruedas de prensa a tutiplén, tienen cabida, cómo no, negociaciones y encuentros públicos y privados, acaso éstos con más enjundia que aquéllos por el interés que despierta el secretismo. En éstas andan Albert Rivera y su equipo, con el don de la ubicuidad para hablar con el PSOE con luz y taquígrafos -no fue en el caso del pasado lunes- y también charlar sin hacer ruido con el Partido Popular.

Paso a paso. La primera victoria del mediador Rivera llegó ayer al llegar a un acuerdo con el PSOE para la investidura. Pero todos saben que 90 más 40 dan como resultado 130. Necesitan más. Ciudadanos (C's) no ha ocultado que hace falta involucrar al Partido Popular para el tan cacareado pacto de la gran coalición y para acometer reformas de hondo calado.

Ahí es donde también se está afanando el joven líder catalán para convencer a socialistas y a populares de la idoneidad de este modelo, a pesar de la espantosa relación personal de Pedro Sánchez con Mariano Rajoy y de que éste ya ha confirmado que intentará ser investido si el primero se da el batacazo el 5 de marzo.

C's se está empleando a fondo para que varíen por completo sus respectivas posiciones; es más, tienta al Partido Popular con algunas propuestas para desencallar esta situación y no tener que ir de nuevo a las urnas el 26 de junio. Rivera busca la abstención de la formación más votada en las pasadas elecciones y le propone a cambio un Gobierno de dos años en el que dispondrá de varias carteras ministeriales.

Es una contrarreloj de 11 días, hasta el sábado de la semana próxima, aunque por medio tienen que limar asperezas Sánchez y Rajoy, que al secretario general socialista lo apoye la militancia y dé luz verde al acuerdo con C's, que el PP -asfixiado por la corrupción- acceda y deje pasar de largo la ocasión de intentar gobernar o incluso de mejorar en unos futuribles comicios y que en Ferraz no teman que dicha coalición contra natura hunda más al PSOE y sea rebasado por Podemos como principal fuerza de la izquierda española.

Amén de las cinco reformas pedidas por Rivera y aceptadas por Sánchez, el dirigente de C's también impone como condición sine qua non una revisión del sistema electoral para que tras dos años de Gobierno haya un reparto más equitativo de los escaños. La jugada a varias bandas parece imposible, aunque en las alcobas capitalinas se están cocinando arreglos que hoy suenan a locura.