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Mano a Mano

“La perseverancia me ha llevado a marcar mi estilo en la fotografía”

  • El periodista gráfico, Migel Ángel González, muestra en el Teatro Villamarta, una exposición con los ganadores de las nueve ediciones del Premio del Público

Las fotografías flamencas de Miguel Ángel González (Jerez, 1968) cantan y bailan. Tienen alma porque en el fondo, rebosan vida. El telón del Festival de Jerez se abre de nuevo para él. Un escenario de oportunidades para el ojo de este malabarista de la fotografía, que olfatea de lejos y reinterpreta a matar. Le gusta autodefinirse como un "contador de historias".

El periodista gráfico de Diario de Jerez muestra ahora hasta el 13 de marzo, en el Teatro Villamarta, una exposición con los ganadores de las nueve ediciones del Premio del Público, promovidos por este Diario y patrocinado por González Byass, una muestra "en la que se ve lo que busca el espectador de un espectáculo flamenco. Y aunque estamos en Jerez, el 80% del aforo del Teatro es extranjero". "A lo largo de estas ediciones –subraya– ha quedado demostrado que lo que prevalece es el flamenco en estado puro. La teatralización es lo que provocó que este arte pasara de los tablaos a los grandes escenarios".

Dice el autor que los artistas son los que se suben enciman del escenario, "y son ellos los que dibujan formas imposibles sobre un fondo negro, cargadas de belleza y de una emoción, para mí, a veces irrepetible". Porque Miguel Ángel no se reconoce artista, aunque para hacer lo que hace haga falta ser mucho más que eso. "Yo tan sólo soy un fotoperiodista, con una visión estética y un ojo ya educado sobre la danza, el flamenco, la ópera, el teatro... Mi trabajo es captar en 0,2 segundos un espectáculo que puede durar más de una hora o dos. Y esto es literal. Creo que el éxito de mis fotos reside en el resumen que hago en una instantánea". "Insisto –añade– no hay que ser artista, hay que tener sensibilidad".

En las fotografías de Miguel Ángel se nota el contacto continuo, la comunicación permanente, entre lo que ve el ojo del autor, lo que siente su corazón y lo que pasa encima del escenario. "Y a la par también con la cámara, que no deja de ser un medio técnico que hay que estar manejando continuamente para que no se vaya la luz, por los continuos cambios de iluminación de los espectáculos. Hay que hacer cálculos continuamente. La fotografía tiene sus complejidades".

Aunque aparentemente el instante está detenido, y puede llegar a ser algo anodino y aburrido si no transmite nada, las imágenes de González tienen su propio lenguaje y se aprecian multitud de matices. Con ellas hacen falta los cinco sentidos porque son un espectáculo en sí mismas. "Al final, se puede ver el movimiento, aunque la imagen esté congelada, o imaginar que tiene vida. Sin embargo, es el tiempo detenido. Quienes disparan mi cámara son la intuición y el corazón, desprovistos de miedos y complejos, al compás de mis sentimientos", cuenta.

Reconoce el fotógrafo que se ve en un aprieto cuando le preguntan, como a un entendío, por ejemplo, qué escobilla hizo Moraíto, o si Poveda se acordó de La Paquera, Chacón o Mairena, o si Mercedes Ruiz bailó en un momento dado o tuvo una estampa parecida a Carmen Amaya. "No me los preguntes porque no te sabría contestar. Sé bastante poco de flamenco, pero cada artista tiene su propia personalidad y esto es lo que me gusta retratar. Hombre, sé distinguir los palos y sí sé cuándo las ejecuciones del toque, cante o baile han sido buenas, muy buenas o regular porque he sentido la emoción o el llamado pellizco".

Como fotoperiodista, quizás no todos los días encuentre Miguel Ángel en su trabajo para un periódico tanta pasión como en estos espectáculos, "pero es que a mí me gusta mi trabajo en su conjunto. Aunque sí es verdad que cuando empecé a estudiar fotografía en Málaga, comencé a colaborar con la Universidad y lo primero que hice fueron carteles de teatro, así que las fotografías de escena, pues me gustan, pero no dejan de gustarme eventos políticos, por ejemplo. En definitiva, me atrae todo acto en el que la gente pueda contar cosas".

¿Y cuándo sabe el fotógrafo que ha conseguido lo que quería? "Pues porque en ese momento sublime te sobra el mundo. Hago la foto para mí, desde la soledad. Soy consciente de que a pesar de ese mundo interior, mis fotos traspasan fronteras", responde. A Miguel Ángel no se le ha escapado casi ningún artista de su objetivo. Bueno sí, Camarón. "No coincidimos en el tiempo. Y en la danza me gustaría fotografiar a Tamara Rojo", señala.

En el amplio currículum del autor hay que añadir sus colaboraciones con el Ballet Nacional, con numerosos artistas como Belén Maya, Rafaela Carrasco, Joaquín Grilo, ha publicado en revistas internacionales relacionadas con el flamenco, en 2003 ganó el Primer Premio del Concurso Internacional de Fotografía Flamenca de la Cátedra de Flamencología y ha recibido el Premio Internacional de Artes Plásticas de La Unión en 2007. Si Miguel Ángel no hubiese sido fotógrafo habría elegido profesiones como músico de una banda de rock and roll o cocinero de un buen restaurante. Ambas cosas se le dan bien.

"Creo que sobre todo ha sido la perseverancia lo que me ha llevado a definir una línea de trabajo en el periódico y a marcar mi propio estilo a la hora de ver el flamenco. Por eso represento a los bailaores de cuerpo entero porque respeto lo que hacen". Le obsesiona la colocación perfecta, los vuelos exactos, le apasiona la geometría y la estética, porque es una mágica mezcla entre matemático y poeta.

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