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Antonio El Pipa. Bailaor

"Tuve la suerte de tener la esencia del flamenco en mi casa"

  • El bailaor jerezano revivirá esta noche la obra con la que se dio a conocer en solitario, 'Vivencias', y lo hará con el mismo "entusiasmo". "Nunca bailo al servicio de la moda", afirma

 –¿No cree que rescatar un espectáculo de hace 15 años es un tanto osado?

–Al contrario, para mí es un reto volver a reponer un espectáculo que se llevó toda mi ilusión, toda mi inexperiencia y toda la locura y la aventura de los comienzos. Retomar todo eso es muy difícil, porque ahora, quince años después, se ve todo de una manera muy diferente, no tiene nada que ver lo que pasaba entonces, que me tiraba al vacío sin experiencia ninguna, con lo que ocurre ahora, que uno tiene una trayectoria detrás. 

–Pero se acordará de toda esa gente que ya no está y formaba parte de él....

–Está claro, por eso me quiero quedar con la esencia. Si algo importante tenía Vivencias era la presencia de dos gitanas viejas, y como eso ya no se puede hacer voy a cambiar el formato y apostar por otra generación. No creo que sea conveniente sustituirlas, para mí son insustituibles. Eso fue lo primero que pensé cuando me propusieron reponer Vivencias. Echaré mano de Concha Vargas y Carmen Ledesma, que son de otra generación y que llevan el peso escénico de una manera distinta a la anterior.

–Después de quince años de Compañía y una carrera extensa, ¿cree que su madre estará orgullosa de usted allá donde esté?

–Sin duda, porque creo haber tenido una gran suerte y es haberlo compartido con ella. Ella colaboró para mí durante muchos años con la compañía y se pudo placear por ciudades y teatros importantes del mundo. Para mí haber visto a mi madre en la Quinta Avenida de Nueva York fue muy importante y recuerdo atravesar el Puente de Brooklyng con ella, pasear por Central Park o recuerdo una temporada de un mes en París. Eso me dio lugar a compartir con ella lo que sentía por este arte y sobre todo a sentirme avalado y protegido por ella. 

–En estos quince años usted ha defendido siempre su registro, ¿por alguna razón?

–Simplemente porque sabía que lo que estaba haciendo no podía ir del todo mal, tener a la fuente dentro me avalaba. Mientras que la gente intenta buscar la esencia del flamenco yo tuve la suerte de tenerla en casa. Yo nací en una familia bailaora del Barrio de Santiago y eso me lo regalaron, por eso siempre he tenido claro que lo que hago es auténtico. Mirar atrás y ver a mi madre, y a mis tías Juana y Antonia me demostraba que lo que estaba contando no era inventado ni era buscado, venía conmigo desde que nací.

–¿Hasta qué punto ha tenido importancia la presencia femenina en su baile?

–Ha tenido mucha porque yo me educo en una escuela bailaora femenina. Mi abuela Tía Juana la del Pipa, mi propia madre, mis tías, Matilde Coral, la maestra Pilar López y la maestra Alicia Alonso...Como ves todas son mujeres, aunque no por ello me dejo de acordar de grandes maestros como Manolete, Güito, Gades.... Son gente que me han marcado, de forma consciente o inconsciente pero me han marcado. Aunque mayormente mi formación se basa en la mujer, y a ellas se lo agradezco.      

–Si pudiera volver atrás, ¿qué cambiaría?

–Cambiaría el exceso de responsabilidad. Personalmente y por mi forma de ser me he obligado demasiado, y eso en este trabajo te absorbe. Han sido demasiados años de responsabilidades y eso quema. 

–Cuando uno lleva tanto tiempo en la profesión, ¿se ve ya como un maestro? 

–No, yo nunca dejo de verme como un aprendiz ni dejo de ver a los maestros como maestros, aunque un día te toque compartir con ellos. Hace poco, por ejemplo, me encontré con Cristina Hoyos, a cuya compañía pertenecí allá por el año 93, en una gala especial, donde compartíamos cartel Cristina Hoyos, Manuela Carrasco, Matilde Coral y Manolete. A toda esa gente siempre la había visto como maestros, pero mira, es lo que tiene el tiempo, la edad y la experiencia.  

–¿Qué opina de las modas en el baile?

–Nunca he querido poner mi arte o mi profesión al servicio de las modas o de los tiempos. He tenido muy claro quién soy desde que empecé. Tampoco he querido ir contra de nada, pero sintiéndome.  

–¿Y no se vio nunca como un bicho raro?

–Claro que sí. Recuerdo que cuando empecé todos los bailaores se echaban mano al chaleco y hacían triples con los pies. Pero yo eso no lo sentía, por ella (señala al cuadro de su madre), por ella (al de su abuela), porque yo tenía una escuela propia. ¿Cómo voy a desobedecer lo que llevaba en la sangre? Afortunadamente seguí por mi camino y hasta ahora me ha ido bien. 

–Habla de bicho raro en pasado, pero ¿y ahora, se sigue viendo así?

–(Risas) Más todavía. Viendo lo que hay hoy día sí. Nos estamos mordiendo la lengua con lo que está habiendo en el flamenco y es muy sencillo, el que busca es el que no tiene. La persona que no es capaz de decir algo en escena por sí misma tiene que intentar contar algo. Hay una cosa que se llama peso, empaque. Tener empaque en escena es muy difícil. Cuando se ve a Manuela Carrasco aparecer se le podría decir, ‘váyase del escenario ya y no baile’. Eso las niñas y niños nuevos no saben lo que es. Si esa señora (vuelve a señalar a su abuela) se sentara en el escenario y le levantaran el telón, ¿necesitaría bailar? ¿Matilde Coral necesitaría ponerse un camisón? Creo que nos estamos equivocando pero todos, desde la prensa a los programadores y los propios artistas. ¿Con este flamenco nos darían los reconocimientos que tenemos en el mundo? Que se lo cuenten a Antonio Ruiz o a Carmen Amaya. Lo que se ve hoy día es para echarle el pan desde lejos, sin embargo decimos que la innovación es lo mejor y que hay que evolucionar y fusionar. A mí una señora que se llamaba Pilar López me dijo que cuidado con la evolución que se formaba una revolución, y cuidado con la fusión que se convertía en una confusión. 

–¿Y del baile de hoy en día, qué puede decir?

–Que hay demasiada desinformación, demasiado querer rizar el rizo, demasiadas ganas de hacer el triple salto mortal. Nos estamos olvidando de los cánones que marcaron los grandes maestros, y cuando digo grandes maestros no digo los de ahora sino los de antes. Antonio Gades, Mario Maya, Güito, Manuela Carrasco, La Tolea, Farruco, Matilde Coral, Carmen Amaya... La gente joven ha olvidado que antes que nosotros hubo otros que firmaron esas páginas, por eso pienso que lo que se hace ahora, con tanta búsqueda por la innovación, no es necesario. Buscan los que no tienen.

–Sus espectáculos siempre han tenido una temática muy personal. ¿Es por algo en concreto?

–No, sencillamente porque no cuento historias extrañas, lo que no bailo es a un poeta que no conozco, lo que no bailo es con una generación que no me conmueve. Por ejemplo, si no conozco a la generación del 27 yo no voy a bailar a la generación del 27 porque esté de moda. Si no he absorbido a Lorca no voy a bailar a Lorca.  

–Con esto de la crisis, ¿es más difícil ahora llevar una compañía?

–No te quepa la menor duda, pero lo que no entiendo es cómo hay tantas compañías ahora, y cómo la gente joven termina de hacer dos galas y a la que hace tres monta compañía. No lo entiendo pero lo aplaudo, porque es muy difícil. Quizás ahora sea más complicado, pero no sólo en el baile, es complicado para un albañil y para cualquier trabajo. Ahora es difícil, sobre todo si quieres que tu trabajo sea digno. 

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