Ideario pedagógico de Tolstoi

El 20 de noviembre se conmemoraron 100 años del fallecimiento de León Tolstoi, el genio ruso de la literatura, que vivió entre 1828 y 1910. Conocido por su faceta literaria, se conocen menos sus aportaciones a la educación y al pensamiento social y religioso. Tolstoi dedicó buena parte de su vida a difundir la no-violencia. Y ese esfuerzo quiso trasladarlo también al campo de la enseñanza, creando una escuela popular para los hijos de los campesinos, la Escuela de Yasnaia Poliana.

Para recordar la importancia que tuvo su figura en los movimientos de reforma de la educación, el 19 de noviembre organizamos en el IES 'Asta Regia' una charla a la que asistieron alumnos/as del Ciclo de Educación Infantil, además de profesorado de nuestra ciudad.

En el ideario pedagógico de Tolstoi influye una visión optimista de la condición humana, muy relacionada con los planteamientos de Rousseau en el Emilio de un siglo antes. El concepto que tenía de la infancia era positivo: el/la niño/a es libre por naturaleza, lleno/a de espontaneidad, curioso/a, y por tanto, toda educación debe partir de respetar esa condición. El papel de el/la maestro/a es el de acompañarlo, respetando su individualidad y el profesorado debe ser de extracción popular y comprometerse con educación de las clases pobres.

Tolstoi es uno de los grandes introductores del paidocentrismo, de la idea de que la infancia (sus ritmos, sus intereses, sus sentimientos…) debe ser el centro de la relación educativa. Recordemos una de sus citas: "El maestro está siempre llevado involuntariamente a escoger para él el procedimiento de enseñanza más cómodo. ¡Cuanto más cómodo es este procedimiento para el maestro, más incómodo es para los discípulos! Sólo es bueno aquel que satisface a los alumnos". Este principio lo sitúa como precursor del movimiento de la Escuela Nueva.

En Yasnaia Poliana ensaya ese modelo de escuela no represiva y respetuosa con la naturaleza humana. La asistencia era gratuita y voluntaria, y las clases transcurrían en un ambiente de aprendizaje cooperativo y de participación. Era muy importante la lectoescritura e ideó un Silabario (o Abecedario), acompañado de relatos sencillos y moralizantes que se popularizaron después como sus mejores cuentos, como Cuánta tierra necesita un hombre o El prisionero del Cáucaso.