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Otro futuro Los huérfanos de San Telmo Viejo

Regreso al hogar

  • Abraham y Nerea rehacen ahora su vida sin sus padres y su hermano pequeño con el apoyo de amigos y familiares

La tragedia les ha marcado la vida. Son huérfanos, lo que a ninguna persona le gustaría ser. El pasado Sábado de Pasión, es paradójico pero cierto, la 'muerte dulce' (por inhalación de gases) se llevó a Cristóbal y Ana Jesús (40 años) y a su hijo pequeño Moisés (8), de su casa de San Telmo Viejo. Mientras, Abraham (20) y Nerea (16) Fernández Gómez, los mayores, seguían las cofradías en la calle. La suerte les salvó la vida. "Los tres primeros meses lo hemos pasado muy mal. Pero ahora estamos fuertes. Para delante", comentan los dos al unísono.

Abraham tiene novia y una niña de casi un año. Trabaja en Urbaser, "en la limpieza pública". A Nerea le gustaría ser peluquera cuando acabe sus estudios. Ambos, tras peregrinar por casas de varios familiares, viven ahora con la suegra de ambos (sus parejas son hijos de la misma mujer). "Aquí nos apañamos bien todos. Mi suegra nos trata estupendamente", dice el joven.

Sus miradas no son tristes, tampoco son alegres, tan sólo reflejan juventud y fortaleza para emprender un nuevo camino. "Lo que me hace estar arriba es mi hija Yanira y la familia. Pero echamos mucho de menos a nuestros padres, y sobre todo, a mi hermano pequeño. Ten en cuenta que yo estaba todo el día con mi padre. Trabajábamos juntos dirigiendo la salida y entrada de camiones en las obras. Y mi hermano no se separaba de mí", cuenta Abraham. "Creo que demasiado fuertes somos. La gente nos lo dice", añade Nerea. "Pienso que ellos (los padres) nos están diciendo: "Echar para delante ya, echar para delante ya". Sólo recordamos los momentos buenos con ellos y frases como: "No te metas en las cosas malas", que me la decía mucho mi padre. Y lo estamos cumpliendo".

A la memoria de Abraham y Nerea llegan a veces imágenes de aquella fatídica jornada. "Estábamos comiendo algo en casa de mi cuñada. Una vecina nos llamó y dejamos los bocadillos que nos acabábamos de comprar casi enteros. Cuando llegamos a casa estaba todo lleno de gente y la Policía no nos dejó entrar. El Domingo de Ramos mi teléfono no paraba de sonar. Ahora sólo queremos recordar las cosas buenas".

En estos momentos, la mayor ilusión de estos jóvenes es regresar al hogar, porque a pesar de lo sucedido, ellos quieren continuar con su vida en la casa que les ha visto crecer. "Lo primero que hicimos fue tirarlo todo. Además de que estaban las cosas muy estropeadas, hacer esto era como arrojar por la ventana los malos recuerdos. El Ayuntamiento nos la ha arreglado prácticamente entera y ahora la estamos amueblando con el dinero que nos han dado la Hermandades. Sólo queda el dormitorio de matrimonio y la cocina", apunta Abraham, que asegura que les ofrecieron otras viviendas en el Mopu y en el Titánic, pero eligieron regresar a su casa. "Esta zona nos gusta. Ya nos queda menos para tener nuestra casa a punto".

El padre Ramón Mera, párroco de la iglesia de San Pablo y responsable del buen uso de ese dinero, se ha volcado con los dos hermanos. "La verdad es que nos está ayudando mucho. Incluso en la compra de los muebles, él nos está asesorando. Nos llama continuamente para saber cómo estamos y tenemos muchas charlas con él", dice Abraham.

También desde el Ayuntamiento ha habido mucha implicación. El director general de Bienestar Social y del Mayor, José Manuel Jiménez, ha apuntado que desde el principio se llevó a cabo el "procedimiento de emergencia con estos chavales, y se ayudó a la familia de acogida con los gastos. Hubo encuentros con los psicólogos y los trabajadores sociales que llevan el caso. Creemos que la situación se va normalizando poco a poco".

Maribel Zambrano, 18 años, novia de Abraham y madre de Yanira, reconoce la fortaleza de los jóvenes, "cualquier otra persona se hubiera hundido, pero ellos han echado para delante. No están abajo, gracias a Dios". "Yo -añade- intento dar mi apoyo y le digo que ya no se puede hacer nada. Abraham tiene que estar arriba aunque sea sólo por su hija. Es una responsabilidad". Maribel quiere buscar un empleo para ayudar a Abraham a sacar la familia adelante y pagar la hipoteca, la luz y el agua, "no quiero que lo pase mal ni que se entrampe".

Abraham y Nerea llevan a esta periodista a visitar su 'futura' casa. Todo huele a nuevo. Las paredes están blancas. Sólo quedan unos cuantos detalles para que vuelva a ser un hogar. Estanterías vacías, sofás limpios, cables reconstruidos. Desde la ventana de este bajo se divisa la barriada. A partir de las siete de la tarde la plaza rebosa algarabía de jóvenes. "Uf, no veas cómo se pone esto por las tardes", dicen los dos a la vez. Los dos hermanos se ilusionan con la visita. Ahora sólo queda esperar que el tiempo pase y haga su labor.

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