LA CRÍTICA

El arte de saber elegir

  • Dani de Morón exhibe, en la apertura de los Viernes, su extraordinario dominio de la guitarra en todas sus vertientes ante tres voces de órdago: Jesús Méndez, Antonio Reyes y Duquende

Dani de Morón, escoltado por Jesús Méndez, Antonio Reyes, Duquende y toda una sinfónica del compás dirigida por los Mellis, Grilo, El Bo y Diego Montoya.

Dani de Morón, escoltado por Jesús Méndez, Antonio Reyes, Duquende y toda una sinfónica del compás dirigida por los Mellis, Grilo, El Bo y Diego Montoya. / paco barroso

Dani de Morón reivindicó en la apertura de los Viernes Flamenco Fundador el papel de la guitarra actual. Lo hizo con la presentación de su tercer disco, '21', y de una forma elegante, digerible y sin caer en la monotonía en la que a veces se convierten este tipo de propuestas. Sólo necesitó de tres voces invitadas, Jesús Méndez, Antonio Reyes y Duquende, y por supuesto de una guitarra, la suya, dotada de una sensibilidad y concepto lo suficientemente consistente como para ejercer de anfitrión ante tres cantaores de órdago.

Comenzó su actuación por bulerías, en las que el compás de El Bo, Grilo, Los Mellis y Diego Montoya lo llevaron en volandas. De seguido, no sin antes recordar que "el que no vive para servir no sirve para vivir", llamó a Jesús Méndez que irrumpió en la escena como un vendaval. Por alegrías demostró su poderío vocal, y por seguiriyas se gustó acercándose a estilos de la tierra (Tía Anica, Manuel Torre...), siempre con la sonanta dando y recibiendo, es decir, el toque de pronto se amoldaba al cante, de pronto asumía protagonismo.

Durante toda la noche, y como si de una de esas fiestas en las que se alternan los cantes en una especie de lucha por sobresalir, las voces fueron elevando el listón. Así, si Jesús se superó a sí mismo, no fue menos Antonio Reyes, éste por soleá y tangos. Al chiclanero se le vio a gusto, bien cohesionado con la guitarra y endulzando el cante con esa voz privilegiada que Dios le ha regalado.

La granaína en solitario de Dani de Morón dio paso entonces a Duquende. 17 años hacía que su metal camaronero no se oía en Jerez. Enchaquetado, con poblada barba y un sombrero rojo, el catalán siguió subiendo la nota por tarantos y tarantas, con las que remató su primera aparición. Parece tan fácil lo que hace, pero entraña tanta dificultad... Por seguiriyas, Duquende se acordó de Tomás Pavón, y Dani dio rienda suelta a la creatividad, sin olvidarse de la base, sobre todo en ese acompañamiento con el golpe en la caja tan de moda a principios del siglo pasado entre los guitarristas.

Después de casi dos horas de actuación llegó el fin de fiesta. Por bulerías, Jesús, Antonio y Juan se fueron picando hasta el punto de crear una atmósfera intensa y levantar los olés del público. Méndez sonó a Jerez y recuperó aires de El Torta y Luis de la Pica, Reyes se atrevió hasta con 'El emigrante' de Valderrama y rescató letras de Juan Villar, siempre acompasando el cante, y Duquende siguió fiel a la norma camaronera, exprimiéndose al máximo. Una noche de éxito, que diría aquel.

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