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Juicio por el crimen de Miriam Tamayo

Un ataque rápido, brutal y con mucha fuerza acabó con la vida de la joven

El testimonio de la forense que realizó la autopsia al cuerpo de Miriam Tamayo dejó, a su paso, un reguero de lágrimas entre los amigos y familiares de la joven asesinada. Según dijo, es bastante posible que Germán J.G. la sujetara del brazo izquierdo, lo que le impidió darse la vuelta, razón por la que todas las heridas son frontales. Dicha versión coincide con la de varios testigos. Igualmente, aseguró que de las cinco heridas que tenía entre el tórax y el abdomen hubo una que era mortal de necesidad pues le atravesó el cartílago de una costilla antes de llegar al corazón. "Era una herida mortal de necesidad", señaló, añadiendo que la misma fue asestada "con gran fuerza" pues dicho cartílago es especialmente duro al anclar las costillas al esternón. Otra herida le seccionó el hígado y afectó al diafragma, otra herida en el pecho no llegó a la cavidad torácica, la cuarta herida penetró por la axila y acabó en el hombro y la quinta se ubicó en el abdomen, cerca de la cadera. A todo ello se unen otras dos heridas, en el antebrazo, que son propias, dijo la forense, de la "autodefensa", es decir, poner los brazos para protegerse. "Saber el orden de las heridas es prácticamente imposible", dijo, aunque no descartó que la última fuera la mortal de necesidad. La especialista atestiguó igualmente que las heridas recibidas coincidían con el arma encontrada por los agentes de la Policía Local, tanto por la profundidad de ellas así como por el hecho de que se trataba de un cuchillo con un solo filo.

También declaró en la Sala el médico forense que analizó el cuerpo una vez concluidos los intentos de reanimación y declarada la muerte a las 14,37 horas. Dijo que las heridas que recibió la joven eran "de escasas probabilidades de supervivencia", así como que la causa de la muerte fue un shock hipovolémico, es decir, una pérdida masiva de sangre que provoca una caída radical de la tensión arterial. La doctora y la enfermera del centro clínico de diálisis que la atendieron eran conscientes de ello por lo que hicieron todo lo posible por mantenerla con vida, colocando una vía periférica o evitando que se asfixiase con la lengua. Ambas confirmaron que atendiendo a la joven alguien a sus espaldas decía: "He sido yo".

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